Semana Santa

No entraba en el guión

  • Una tromba de lluvia sorprende a la cofradía de los Dolores en su camino hacia la Catedral y el resto de hermandades suspenden su estación de penitencia

SENCILLAMENTE no entraba en el guión del Viernes Santo. Nadie podía imaginarse a la Virgen de los Dolores, cobijada bajo un enorme plástico, llegando con paso largo y sones de granadera hacia la Catedral. Es ésta una imagen poco habitual porque esta cofradía se caracteriza precisamente por la firmeza y cordura a la hora de tomar las decisiones, sobre todo cuando se maneja un riesgo de lluvia. Fue la única que decidió celebrar su cortejo procesional en un día de pronóstico meteorológico muy incierto, una jornada de previsión cambiante que apuntaba "lluvia débil y dispersa" en el peor de los escenarios. Y una vez más, la enésima en lo que va de Semana Santa, el parte meteorológico volvió a fallar de manera estrepitosa, ésta vez muy desfavorablemente para una hermandad. Cayó abundante agua y de forma persistente. Las precipitaciones se cebaron con las cofradías de la capital cordobesa, que, a excepción de la citada de los Dolores, decidieron suspender los cortejos.

Una tarde-noche atípica de Viernes Santo en todo caso y bastante convulsa. Empezó como cualquier otra en la que existe un cierto riesgo de agua, es decir, mirando todo portal de previsiones meteorológicas que se precie y llamando a la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) para tratar de actualizar el porcentaje de probabilidad de precipitaciones y aportar algo nuevo. La realidad dejaba dos Córdobas diferentes, la que vivía los últimos momentos antes de la estación de penitencia y la del resto de ciudadanos que van de un lado a otro en busca de ese instante cofrade. Los primeros discernían en la más absoluta intimidad y los segundos prácticamente daban la jornada por perdida.

La sorpresa saltó, sin embargo, a las 16:30 en punto cuando la iglesia de los Dolores abrió sus puertas para que arrancara el cortejo procesional. La cruz de guía se puso en la calle contra todo pronóstico, tanto que la plaza de Capuchinos no bullía como en anteriores años. Fue a raíz de esta decisión -inesperada para una mayoría- cuando la gente fue acudiendo en masa hacia la también llamada plaza del Cristo de los Faroles hasta el punto de llenar este punto y tener que valerse del entorno más inmediato para coger un lugar de privilegio. Aún así, el número de fieles no fue el de años anteriores. Cosas del tiempo.

Por momentos parecía que el Viernes Santo se había salvado, sobre todo si se tomaba como referencia la intensidad de los rayos solares que iluminaba el cortejo de los Dolores a su paso por la calle Torres Cabrera. Aunque hacía frío -mucho-, había más sol que nubes en los alrededores de Capuchinos y las críticas en torno a la salida procesional de los Dolores se fueron diluyendo como un azucarillo en el café. La normalidad vivida en la primera media hora de procesiones del Viernes Santo dio paso a los fotógrafos, profesionales o no, que empezaron a buscar la mejor perspectiva para sus instantáneas, y la bulla, el mejor síntoma de que la Semana Santa discurre como debe hacerlo.

El transcurso de la jornada cambió de manera radical pasadas las 17:30 cuando el sol se alejó y el cielo quedó cubierto por nubes, y más todavía en torno a las 18:00, la hora en la que empezó a llover. En ese preciso instante, los Dolores era la única que se encontraba en la calle, en concreto entre Conde y Luque y Jesús y María. El resto se estaban preparando para hacerlo, con la información de que la cofradía servita había decidido celebrar su estación depenitencia. Los componentes de la Hermandad de los Dolores trabajaron de manera organizada para proteger a los titulares, un trabajo que lograron en sólo unos minutos.

La decisión del resto de juntas de gobierno parecía ahora más claro a tenor de lo que estaba sucediendo entre las calles Jesús y María y Conde y Luque. La Soledad fue la única que tuvo claro que no iba a salir, aunque no fue oficial hasta las citadas 18:00, un cuarto de hora antes del inicio previsto para la estación de penitencia. Las otras cofradías, el Descendimiento, el Santo Sepulcro y la Expiración, pidieron una primera prórroga de media hora por si aclaraba, pero viendo que la evolución del tiempo no les era favorable optaron por la vía de la suspensión de la procesión.

La lluvia dejó, en cualquier caso, una ciudad sin Semana Santa y preocupada por los posibles daños sufridos en la procesión de los Dolores. El mero hecho de que la cofradía servita anunciara que el domingo -mañana- celebrará el traslado a la iglesia del Hospital de San Jacinto llevó a pensar que la hermandad no había sufrido destrozo alguno. Y así lo dieron a conocer los propio integrantes de la junta de gobierno de esta hermandad.

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