Pasión en Sepia

300 años del Nazareno del Calvario

Paso del Señor del Calvario en los años 20 del pasado siglo.

Paso del Señor del Calvario en los años 20 del pasado siglo. / Archivo de la Hermandad del Calvario.

Huele a madera recién cortada. También a esencias y pigmentos. En la casa grande en Córdoba de los Trinitarios Descalzos, allá por la Puerta de Plasencia, una celda se ha convertido en un improvisado obrador de escultura. En él trabaja el hermano lego fray Juan de la Concepción. Se afana minuciosamente, con pincel de pelo de marta, en dar los últimos toques a la policromía de la imagen de Jesús Nazareno, que ha esculpido en unos embones de madera. Su débil salud no ha sido causa para concluir con premura el encargo.

Fue fray Manuel de San Ambrosio, el maestro de estudiantes del convento, quien le facilitó el contrato con los hermanos de la Vía Sacra. Todo está prácticamente terminado a falta de detalles, imperceptibles para los ojos del profano. Una vez concluida la imagen, será trasladada al palacio episcopal para que sea bendecida por el obispo de la Diócesis, Marcelino Siuri.

La imagen de Jesús Nazareno, advocada como del Calvario, recorrerá en el ejercicio del vía crucis la collación de San Lorenzo, hasta llegar a los campos del Marrubial, donde quizás, desde algún ventanal del convento trinitario, su autor pueda contemplar su obra, a la que además de bellos rasgos, así como una plástica aprendida en la ciudad de los Cármenes, la dotó de una unción sagrada, que ha hecho que la multitud le acompañe durante la celebración de la liturgia religiosa.

El nombre de fray Juan de la Concepción, escultor imaginero y trinitario, ha permanecido muchos años en el anonimato. Su memoria se perdió cuando entrego su alma a Dios, pero su obra se perpetuó en el tiempo. Por ello, aquella imagen realizada entre 1723 y 1724, siempre ha estado en el acervo devocional de muchísimos cordobeses, principalmente del barrio de San Lorenzo, quienes lo alumbraban en su tradicional vía crucis los días santos.

Su hermandad vivió las vicisitudes que traen los cambios y la historia. Pero la devoción por el que han dado en llamar, el Nazareno de la Dulce Mirada, siempre ha estado latente en el pueblo llano y fieles. Tanto es así que cuando el obispo Trevilla dictó su decreto, la imagen de Jesús del Calvario fue participe en la procesión oficial, que cada año tenía lugar el Viernes Santo.

Aún así, según se desprende de documentos oficiales, el hermano mayor de la hermandad, Juan de Austria, en oficio dirigido al alcalde de la ciudad, el día 9 de abril de 1922, invita a la corporación municipal a la procesión con la imagen de Jesús del Calvario que tendría lugar la tarde del Martes Santo, así como la solicitud de batidores a caballo para el mantenimiento del orden.

Imagen la Virgen del Mayor Dolor junto al Señor de los años 50 del siglo pasado. Imagen la Virgen del Mayor Dolor junto al Señor de los años 50 del siglo pasado.

Imagen la Virgen del Mayor Dolor junto al Señor de los años 50 del siglo pasado. / Archivo de la Hermandad del Calvario.

La procesión haría el recorrido por las calles Mayor de San Lorenzo, plaza del Corazón de María, Frailes, Montero, San Agustín, Rejas de Don Gome, Juan Rufo, Alfaros, Alfonso XIII, María Cristina, Claudio Marcelo, Joaquín Costa, plaza del Salvador, San Pablo, plaza de San Andrés, Realejo, Santa María de Gracia, y plaza de San Lorenzo.

Días más tarde, la hermandad volvió a salir en procesión en la tarde del Viernes Santo, en el cortejo procesional del Santo Entierro, para lo que se le dota de una subvención de 320 pesetas y de 40 cirios para los hermanos que acompañasen a tan devota imagen.

Ya tras la contienda civil, la cofradía toma nuevo impulso. Se asienta en la jornada del Miércoles Santo. Se realiza la talla por parte de Juan Martínez Cerrillo de la imagen de Nuestra Señora del Mayor Dolor y Esperanza, siendo posteriormente sustituida por otra realizada por Castillo Ariza y Díaz Fernández, que durante algunos años figuro en el paso junto al Señor. Ya en la década de los años 80 del pasado siglo, fue dotada de un paso de palio.

Hoy 300 años después de que fray Juan de la Concepción la tallara en un bloque de madera de pino, la imagen de Jesús del Calvario sigue recorriendo las calles de la ciudad de Córdoba, rememorando el rezo del vía crucis, el mismo que San Álvaro de Córdoba, trajo desde Tierra Santa, para recordar, en estos santos días, la Pasión y Muerte de Cristo.

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