Subbética

El Valle protege a su barrio y El Silencio expira por la salud universal en el Miércoles Santo de Lucena

  • Las cofradías del Valle y del Silencio expone a sus Titulares en las iglesias parroquiales de la Sagrada Familia y San Mateo

El Cristo del Silencio, en la iglesia de San Mateo.

El Cristo del Silencio, en la iglesia de San Mateo. / M. González

El sonido seco y sobrecogedor de los tambores enlutados estremece a Lucena medio siglo después. El temblor negro se enclaustra en los balcones, en el segundo nacimiento del Jueves Santo sin filas interminables de solemnidad, recogimiento y seriedad cofradiera en las calles de Lucena.

El actor local Julio Flores Hidalgo, afinado por las notas del grupo de cámara Millenium, pregona las Siete Palabras de un Cristo que proclama una Salud infinita y que en su Cruz se rebela contra una pandemia y la Misericordia divina que enjuga los tropiezos humanos. La reverencia de respeto al Titular de la cofradía y hermandad preludia a una medianoche que continúa evocando el íntimo bullicio.

La fe hacia El Silencio retumba, aun sin la devoción entronizada entre cirios, en el ambiente vivo de Lucena. El osado, necesario y sugestivo cartel del pintor sevillano José María Jiménez Pérez-Cerezal, por los 50 años de indestructible hermandad, se agiganta en la fachada principal de la iglesia de San Mateo y revela la omnipresencia, consciente y callada, del Cristo del Silencio.

Nuestro Padre Jesús del Valle. Nuestro Padre Jesús del Valle.

Nuestro Padre Jesús del Valle. / M. González

El Miércoles Santo entronca al barrio del Valle con cada corazón devocional de Lucena. Una feligresía trabada por la humildad del Nazareno de la parroquia de la Sagrada Familia y la solidaridad y la fraternidad que alivian esa Amargura encarnada en el semblante de la Virgen María.

Los Titulares, cristífero y mariano, de esta corporación pasionista persisten en su territorio predilecto y arropan a sus fieles en una ermita recortada en dimensiones y extensa en promesas y virtudes.

Un acto penitencial comunitario, organizado, de manera preferente, para los miembros de la Cofradía del Valle, iniciaba el programa de cultos internos en la cuarta tarde de la Semana Santa, víspera del Triduo Pascual.

El rezo del santo rosario y la misa de regla prolongan el fervor vespertino, presidido desde el presbiterio, entre velas moradas, por Nuestro Padre Jesús del Valle.

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