Comercio

Semana Santa de Córdoba: Del capirote de cartón al Bizum

Prueba de un capirote en el establecimiento de la familia Arenas en Córdoba.

Prueba de un capirote en el establecimiento de la familia Arenas en Córdoba. / Juan Ayala

En un callejón sin salida de Alfonso XIII, la familia Arenas lleva haciendo capirotes de cartón a medida para los cordobeses desde 1936. La estrechez de la calleja -de nombre, Afligidos- y la antigüedad de sus letreros son la primera trinchera contra la modernidad antes de emprender el viaje hacia el pasado que supone cruzar la puerta del establecimiento. Una vez dentro, este originario taller de encuadernaciones se erige como uno de los últimos reductos de resistencia que invocan la historia de la ciudad y el recuerdo de cuatro generaciones de nazarenos.

Al fondo de lo que sirve como mostrador, y a la misma vez la tabla donde se trazan los cortes del cartón, un folio tamaño A4 escrito a rotulador reza catatónico: "Se acepta dinero en efectivo y en Bizum". Ese contraste -implantado como novedad este año por la ausencia de internet en el establecimiento- es la única prueba que deja rastro del siglo XXI en el interior. 

Después de una sequía de dos años sin Semana Santa y de no vender capirotes, "el movimiento es parecido al de siempre por estas fechas", cuenta a este periódico Inmaculada Arenas, a cuatro días del Domingo de Ramos. Ni más, ni menos, aunque no manejan una cifra respecto a la cantidad de capirotes vendidos y encargados. "La única diferencia está en los que salen por primera vez, que sustituyen a los que ya no saldrán".

El principal problema al que se han enfrentado este año, como gran parte del sector productivo en España, ha sido el incremento del coste de los materiales. "El cartón ha subido tres veces en tres meses", explica Inmaculada. Y a pesar de ello, el precio establecido por este año ha sido de cinco euros por capirote, si bien antes se han llegado a cobrar entre siete y 10 euros. Todo "por no dejar de hacerlos", defiende la bajada la actual encargada del negocio familiar.

También los hay de rejilla, "que son más cómodos", aunque "el buen nazareno", como marca la tradición, "quiere el de cartón", sostienen los más puristas en torno a la discusión, ya que salir en procesión "es una penitencia" y el cartón es la manera de "sufrirlo".

Un número en la puerta como servicio de emergencia para nazarenos

Como siempre, en la puerta colgará un papel con un número como si de un servicio de emergencia para nazarenos sin capirote se tratase. Se hace "porque hay mucha gente que viene de fuera y no queremos que se queden sin salir porque no tengan capirote. Además, hay mucha gente que cuando va a echar mano de él no está o que le han cambiado el cubrerrostros en la hermandad y no es de la misma altura...", cuenta Inmaculada a el Día, sabiendo que hasta el 15 de abril, Viernes Santo, "habrá rezagados que pasen".

Las habituales prisas en Semana Santa no son buenas consejeras. Como ya preguntara Fernando González Viñas, ¿de quién es la culpa de que los nazarenos no lleven los ojos debajo de los agujeros de la tela del capirote y siempre anden tirándose del cubrerrostro? ¿De un capirote mal hecho o del que hace los agujeros en la tela? A lo que Inmaculada responde: "Eso pasa porque vienen a la carrera y no se lo prueban bien. A mí no me gusta que el nazareno lleve el capirote para atrás". También están los capirotes de otras tiendas, que suelen tener unas medidas predeterminadas (30-60-90 centímetros) y "no encajan como deberían con el cubrerrostros", añade Inmaculada.

Luego, un capirote "puede durar toda la vida mientras no se moje", afirma José Arenas, que a pesar de estar jubilado sigue pasándose por el taller para ayudar en la confección de capirotes. "Es como un zapato viejo, con los años lo haces a tu cabeza, lo curtes y se hace más cómodo". Sobre experimentos accesorios al capirote, es válido pegarle "una badana de piel", explica Inmaculada, "todo lo que se le ponga de más es que se mueva arriba y abajo". 

Durante el resto del año, el negocio se centra en la fabricación de cajas de cartón, "sobre todo para el sector de la joyería". Entonces, volverá a pasar desapercibido a ojos de los cordobeses hasta la Cuaresma del año que viene.

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