El Prendimiento

Prendidos por el espíritu salesiano

  • Cientos de jóvenes -y no tan jóvenes- se agolpan a las puertas del Santuario de María Auxiliadora para contemplar la salida de la estación de penitencia entre aplausos y olés.

UN mar de juventud espera, prendido por el espíritu salesiano, a las puertas del Santuario de María Auxiliadora. Ha llegado el esperado día del año en el que el mensaje de San Juan Bosco se torna Pasión. El calor, mucho calor, no es capaz de vencer a ese sentimiento que lleva a algunos a esperar las salidas de Nuestro Padre Jesús, Divino Salvador en su Prendimiento y Nuestra Señora de la Piedad encaramados incluso a la verja del santuario.

A unos metros, en el zaguán del Colegio Salesiano, padres y madres comprueban en qué lugar de la estación de penitencia irán colocados sus hijos, mientras estos se concentran junto a los costaleros en el interior del colegio, preparándose para iniciar un cortejo que prologa con su llegada la Agrupación Musical Cristo de Gracia, que después se ubicará detrás del paso de misterio. En ese momento, tras la verja, los costaleros enrejados por ese sentimiento "que no se puede explicar con palabras" se saludan uniendo sus manos con sus novias y familiares. Para ellos es un día más especial aún si cabe. El Señor del Prendimiento va a estrenar una saya roja bordada en oro que la cuadrilla le ha regalado con motivo del 25 aniversario de su bendición. "También ha habido aportaciones de otras personas y hermanos", relata Pedro Soriano, uno de esos 160 costaleros que se reparten durante la estación de penitencia entre el paso de misterio -90- y el de palio -70-. Pedro no es de la partida; él se incorporará a los pies del Señor del Prendimiento por La Magdalena. "Somos siete turnos de costaleros", indica.

Ha llegado la hora, los sones de la Marcha Real del Cristo de la Gracia acompañan la salida del paso de misterio, que antes de llegar a la iglesia de San Lorenzo hace su primera parada entre multitud de olés y aplausos. "El paso huele mucho a madera", comenta un joven, David, en el momento de la parada. "Es normal que huela, estrena acabado en la fase de carpintería", le contesta un amigo, Joaquín. A este último, la sorpresa de lo que ve le hace hablar en voz alta. "Anda, pero si al Cirineo le han borrado el tatuaje que llevaba y le han quitado el pendiente", exclama. Alguien recuerda que elementos como el tatuaje y el pendiente eran una especie de firma con las que el imaginero Antonio Bernal rubricaba sus obras.

Tras la primera levantá del paso de misterio, vuelve a sonar la Marcha Real. Esta vez es la banda jiennense de Música Ciudad de Porcuna para recibir a Nuestra Señora de la Piedad y colocarse tras ella cerrando un cortejo teñido de azul -el de las capas y capirotes de los nazarenos- que, como Moisés y los israelitas por el Mar Rojo, se va abriendo paso entre esa joven y no tan joven multitud prendida por el sentimiento salesiano.

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