El ictus es la primera causa de muerte en las mujeres españolas y una de las primeras de discapacidad. Es una enfermedad para la que es importante estar cognitivamente sano o lo más sano posible y, por tanto, adoptar hábitos de vida saludables es crucial para evitar el riesgo que, de no ser así, aumenta en un 10% y encima la recuperación es peor. 

En el desarrollo de esta enfermedad, se ha podido comprobar que hay una diferencia en la manera de afrontar la situación, según la economía de las familias. Esa diferencia no solo está en la aparición de esta enfermedad como tal, sino en la educación en salud que se haya recibido.

Según el presidente de la Sociedad Española de Neurología, Jesús Porta Etessam, asegura que "las familias que pertenecen a situaciones económicas más bajas triplica el riesgo con respecto a personas que vienen de otra situación económica más favorable porque estas suelen adoptar mejores medidas cerebrosaludables como puede ser el ejercicio físico o la alimentación adecuada. Sin estas medidas, el riesgo es de cuatro veces mayor". 

Desde la SEN, Porta Etessam asegura que: "Para nosotros es fundamental la educación de la población y que ellos entiendan que hay tratamientos que pueden cambiar la evolución del ictus, es decir, somos capaces de disolver los trombos o de sacar el trombo que va al cerebro el cual va a producir la enfermedad que es el propio ictus".

Cuando una persona se encuentra ante la sintomatología del ictus, la capacidad de respuesta y la rapidez de la misma por parte del entorno de llamar a los servicios de emergencias es crucial para determinar un resultado u otro. En determinadas circunstancias sociales, a veces no llega este mensaje de la misma manera porque no se dieron cuenta de la importancia de saber que hay que llamar cuanto antes para que te lleven al hospital o para "activar el código ictus".

Hay que estar cognitivamente activos

Estar cognitivamente activo quiere decir que hay que tener unos hábitos de vida saludables en los que son fundamentales los primeros años de vida de la persona. Si desde pequeños se empiezan a cuidar, probablemente, la enfermedad, si se tiene que manifestar, lo hará más tarde o, al menos, no se manifestará como tal. 

Hay factores como el sobrepeso o el ejercicio físico que tienen que ver con la educación. Normalmente en familias en las que hay niveles educativos más bajos, los hábitos de vida, entre los que se incluyen los estudios académicos, la lectura e, incluso, las relaciones sociales son menos saludables. 

Ahora bien una persona que, por las razones que sean, en la infancia o adolescencia no pudo estudiar y lo hace de mayor, la situación en la edad adulta tiende a normalizarse, es decir, si la persona no pudo ejercitarse cognitivamente, y con el paso del tiempo lo hace se va equiparando en la educación, tendrá una mayor prevención de las enfermedades del cerebro como el ictus o la migraña. De ahí, la insistencia en estar cognitivamente activos y que desde pequeños se cultiven hábitos de vida saludables.

La clave está en la prevención

Desde la Sociedad Española de Neurología, hacen un llamamiento a la prevención creando hábitos cerebrosaludables desde pequeños en el que se potencie la alimentación sana y el ejercicio físico, ya no solo para la neurología, sino para la salud en general.

"Aunque parezca sorprendente", argumenta Porta Etessam, "esto hace que seamos un poquito más felices y ser feliz también es otro factor potencial para evitar algunas de estas enfermedades neurológicas. Si somos capaces, desde pequeños, de tener una serie de hábitos el riesgo de tener estas y otras enfermedades como la depresión bajan", concluye el presidente de la SEN. 

En este sentido, existe un plan nacional de enfermedades neurodegenerativas que se ponen en marcha desde el Ministerio de Sanidad y cada comunidad autónoma instaura la suya. A día de hoy, no existe un plan de salud cerebral en España con los que mejorar el futuro de las personas, aunque ya lo están planteando en Europa y en Estados Unidos.