Alto Guadiato

Valsequillo, el municipio de Córdoba donde hace más frío que en Burgos

  • La localidad registra día tras día las temperaturas más bajas de la provincia

  • Las migas, los caldos y los pucheros protagonizan los almuerzos del invierno

  • "Todos estamos hechos a la situación", bromea el alcalde, Francisco Rebollo

La parroquia de la Inmaculada Concepción de Valsequillo, helada en la mañana.

La parroquia de la Inmaculada Concepción de Valsequillo, helada en la mañana. / El Día

El frío no solo se siente; también se ve, se huele, se palpa y se saborea en Valsequillo. Se hace carne cada mes de enero, cuando la pequeña localidad del Alto Guadiato, de apenas 360 vecinos, se congela cada noche con temperaturas bajo cero. Humean las chimeneas, hierven los fuegos en las cocinas y las camas quedan sepultadas bajo kilos de edredones y mantas porque hay noches, literalmente, en que hace más frío que en Burgos. O, al menos, tanto como en la ciudad castellanoleonesa.

El arranque de 2020 no ha sido una excepción, y el municipio, que se esparce en la llanura guadiateña, registra desde hace días el récord de temperaturas mínimas en la provincia de Córdoba: -1 grados el jueves, -1,8 el martes y miércoles, -2,5 grados la madrugada del lunes y -2,2 el domingo. Las grullas, que llegan por miles en estas fechas a la zona para precisamente huir del frío del Norte de Europa, están encantadas.

El alcalde, el socialista Francisco Rebollo, lo asume con buen humor al otro lado del teléfono: "Todos estamos hechos a la situación", dice sin resignación. Y asegura que en este municipio del Norte, adormecido entre las nuevas plantaciones de pistachos que ya dan sus primeras cosechas, "las casas ya están todas preparadas".

"Tenemos calefacción y aire. Aquí lo llevamos muy bien", dice con convicción. Con la frase, que suena a una invitación para vivir la experiencia, el alcalde intenta eliminar de un manotazo imaginario el tópico que se viene a la cabeza de familias a la lumbre y abuelos buscando una recachita de sol. Porque hace frío, sí, pero los vecinos no dejan de acudir "como cada día a los bares y los comercios", se reafirma Rebollo. Y habla en plural, aunque bien podría hacerlo en singular.

Candelorio con madera de chaparro y olivo. Candelorio con madera de chaparro y olivo.

Candelorio con madera de chaparro y olivo. / El Día

Estos “bares” son la cafetería-bar Tocado, en la plaza de la Constitución, que hace unos pocos días, durante las fiestas navideñas, ha atendido a “mucha gente, al contrario que en el resto del año”, según cuenta la dueña del establecimiento, Rafi Cabezas. El frío incita a probar el solomillo tierno y jugoso, la contundente carrillada, las bravas sabrosas y picantes que abrigan los estómagos en estos días centrales del invierno.

A las puertas, en el pequeño jardín al que también dan el Ayuntamiento y la parroquia de la Inmaculada Concepción con su torre campanario en la que anidan las cigüeñas, hay una fuente ornamental que estos días permanece seca, precisamente, para que las heladas de la noche no la dañen. Por la calle Córdoba se llega en unos pasos –todo aquí está a tiro de piedra- al ultramarinos de Dulce Aranda, otro punto de reunión para los valsequilleros, que en estos días de sol engañoso entran abotonados hasta el cuello, parapetados bajo abrigos y bufandas.

La tendera asegura que allí se pueden encontrar "toda clase de artículos", en especial de alimentación: “En los días de fiesta la gente no ha notado ni el frío ni el calor, se han llevado todas las cosas buenas que hay para comer”, dice. En la misma línea que el alcalde, insiste en que en las viviendas está todo preparado “para aguantar el frío, ya no es como antes".

Fuera, la calle huele a leña quemada y en las cocinas se elaboran los platos típicos de la época invernal, como son "los cocidos, las lentejas y los caldos". Y no es solo por el frío, sino porque "la mayoría de los vecinos son ya mayores y en sus compras hay muchas legumbres y verduras". También se hacen “muchas migas, es la época", independientemente del calado del frío que, sí, en estos días cala hasta los huesos.

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