Turismo slow en Córdoba

Escapadas para disfrutar sin prisas

  • La Subbética, Los Pedroches o la Campiña ofertan rutas ‘lentas’ para acercar al visitante la naturaleza o la gastronomía local sin la velocidad a la que obliga el turismo convencional de autobuses

Ruta de senderismo por la Subbética.

Ruta de senderismo por la Subbética. / El Día

Una puesta de sol desde algún roquedo de la Subbética, un plácido paseo en barco por La Breña, participar en la elaboración de un vino en algún pago de Montilla-Moriles, un paseo por la dehesa... Córdoba es una provincia idílica para el desarrollo del turismo slow, un movimiento que potencia saborear más que engullir, bajarse del autobús y deleitarse con un paseo sosegado por la naturaleza, aproximarse a la gastronomía local y, en suma, conocer un estilo de vida.

Son ya muchas las empresas cordobesas que ofrecen este tipo de actividades. En la capital cordobesa, por ejemplo, la propuesta de Isabel Calvache, Caracol Tours, funciona como una red para actividades slow, con una elevada demanda de turistas japoneses. Calvache asegura que “el turismo lento es algo más que tours relajados, sin prisas y muy sensoriales”.

El movimiento slow implica –dice– “en todas sus vertientes una mirada interior, un ejercicio de introspección, la defensa de productos y productores locales, la transmisión de valores de padres a hijos o conocer un destino a partir de su tradición”. De este modo, Calvache añade que “Caracol Tours propone un acercamiento a Córdoba a partir de tradiciones tan nuestras como el cultivo de la vid, del olivar o de la huerta de naranjas; la cría del cerdo ibérico en la dehesa; el flamenco, el cuidado de los patios y la artesanía del cuero y la plata”.

En la comarca de Los Pedroches, constituida por 17 municipios, lo slow también prima, por lo que la red de ofertas es considerable. La presidenta del Centro de Iniciativas Empresariales y Turísticas de Los Pedroches (CIET), Daría Romero, explica que “cada pueblo oferta diferentes actividades independientemente, aunque se pueda llevar a cabo un paquete turístico en conjunto, más nutrido y completo”.

Algunos municipios como Pozoblanco han creado su propio distintivo. La localidad más poblada del Norte de Córdoba utiliza el eslogan Una dehesa donde no existe el tiempo, pretendidamente slow. Este tipo de turismo propone tranquilidad y relajación combinando diferentes experiencias gastronómicas, bienestar, deportes y tradiciones, en un entorno natural, propio de la dehesa de Los Pedroches.

Exhibición de repostería tradicional en Fuente La Lancha, Los Pedroches. Exhibición de repostería tradicional en Fuente La Lancha, Los Pedroches.

Exhibición de repostería tradicional en Fuente La Lancha, Los Pedroches. / Sánchez Ruiz

Romero recomienda la visita de Los Pedroches por su “riqueza natural”, pues “existen muchas posibilidades de realizar experiencias y actividades para disfrutar de la dehesa más extensa del mundo”.La duración del viaje es ajustable por el visitante. Los planes se adaptan a los días disponibles de cada turista, que van de un fin de semana a una semana o más si se desea. Durante la visita se combinan actividades como el senderismo y las rutas a caballo, todo ello acompañado de la gastronomía típica de la comarca para finalizar la jornada contemplando las estrellas, pues toda la zona está calificada como Reserva Starlight.

Y, desde luego, no se puede olvidar la ruta del ibérico y saborear su gastronomía. Romero sugiere “conocer cómo se realiza el despiece ibérico o la matanza, sin que falte la degustación del jamón del bellota”. Del mismo modo, el CIET oferta cursos rápidos de corte, con una duración breve para aquellos turistas que pasen unos días en Los Pedroches. También es posible participar en una muestra de curación del ibérico y un almuerzo campero en un cortijo tradicional. Estas casas rurales pertenecen a particulares y cuentan con instalaciones adecuadas para su visita.

Cuando el turista está interesado en actividades de naturaleza y adentrarse en plena sierra, Romero destaca que “en la visita al Parque Natural de Cardeña y Montoro, que es de los más grandes de España”, es posible hacer trekking y pasar la noche en tiendas de campaña.

Por otro lado, el turismo lento también exhibe los monumentos y enclaves de la zona para comprender los orígenes y tradiciones, para que exista un acercamiento y comprensión entre el turista y los habitantes de la zona. Entre un amplio abanico de posibilidades, se puede visitar el convento de Santa Clara o la Torre del Homenaje, ambos en Belalcázar. “Este tipo de actividades y visitas difunden la cultura tradicional como un método de conservación eficaz”, añade Romero.

Visita a un campo de girasoles con Caracol Tours. Visita a un campo de girasoles con Caracol Tours.

Visita a un campo de girasoles con Caracol Tours. / El Día

La Mancomunidad de la Subbética cordobesa también se suma al movimiento slow. La técnica de Cultura, Catalina Molina, sugiere acudir sin prisas y recomienda “ocho maneras de hacer turismo slow en la Subbética”, para aquellos viajeros que tienen un ritmo de vida rápido o que escogen como destino de descanso esta comarca.

Alojarse en un cortijo con encanto en un ambiente natural, donde se pueden descubrir algunos de los senderos del Parque Natural de las Sierras Subbéticas, declarado Geoparque por la Unesco. Perderse en las callejas y pueblos típicos de estilo árabe, como Iznájar, Luque, Zuheros o Carcabuey.

Combinar la tranquila vida en el campo con la adrenalina que ofrece el rafting por el río Genil a su paso por Benamejí y Palenciana y pedalear por la Vía Verde del Aceite. Sin olvidar la gastronomía, se puede degustar el aceite con denominación de origen mientras se visitan las almazaras y saborear el típico salmorejo cordobés o una comida romana en Almedinilla, acompañados de los licores de Rute y los vinos de Doña Mencía. Son diferentes alternativas que permiten a todos los viajeros conocer cómo la tradición cordobesa de la Subbética ha llegado hasta la sociedad actual.

Con Denominación de Origen Montilla-Moriles y Premio de Enoturismo Rutas del Vino de España 2016, la familia Robles se ha dedicado en la comarca de la Campiña Sur a la elaboración de vinos desde 1927. La tercera generación de las bodegas, Francisco Robles comenta que el turismo slow es “volver al origen de todo, como eran las cosas en un principio y como se interactúa”, y resalta que “con conocimiento y conciencia”. Para explicar este concepto, Robles utiliza como ejemplo que, “si estamos comiendo un plato de habichuelas, es vital conocer qué tipo de alubias hay y de dónde proceden”. Y añade que “es necesaria la interacción directa entre el que produce y el que consume”.

Actividad en Bodegas Robles. Actividad en Bodegas Robles.

Actividad en Bodegas Robles. / El Día

La aportación de Robles es muy clara: “Si vienen a visitar una bodega, lo primero es ir al viñedo, conocer la tierra y concienciarse de que es la vid”. En Bodegas Robles, al concepto slow “lo llamamos visita experiencial” porque “no se trata de una experiencia visual, también hay que interactuar y palpar, conectar con la tierra y la viña”.

Las visitas varían de actividades según la temporada del año, dependiendo de la poda o la recogida, entre otros procesos de la vid. Explica que “así entienden de verdad cómo es el proceso y no deja de ser una actividad didáctica”. Robles utiliza la palabra envolvente para explicar el concepto de slow, porque “todo este proceso debe de ir acompañado de los sonidos del campo, el canto de los pájaros, el aroma, ver las flores y las plantas brotando”, porque este turismo es “tomar conciencia de la vida”.

Vida, precisamente, es el nombre que recibe la experiencia que llevan a cabo en la bodega, que acoge en torno a 80 visitantes a la semana. Esta actividad experiencial enseña la importancia de la cubierta vegetal, el control de plagas, la función de los setos y los insectos, las levaduras autóctonas y la importancia de la tierra. Tiene una duración de una hora y media, que incluye la visita al viñedo ecológico, la bodega, donde se conoce el sistema de elaboración del vino, y una clasificación y cata de vinos. La experiencia tiene un precio de 10 euros por persona, con visitas en español o inglés.

También se presenta a los visitantes el programa Sigue tu cepa. Este programa nació en 2006 para acercar el viñedo de Bodegas Robles al público, y “los visitantes son los ahijados y la vid es la madrina”, señala Robles. El visitante no es un mero espectador ocasional, sino que, de forma gratuita, puede observar el crecimiento de una cepa del viñedo, conocer en primera persona el lloro de las cepas o la brotación. “Es un proceso lento, pero de esta manera, los ahijados consiguen intimar con la vid”, comenta. Además, “pueden venir a visitar su cepa cada vez que quieran y realizar las labores de poda, aclarado o vendimia”.

Paseo en barco en el pantano de La Breña, en Almodóvar del Río. Paseo en barco en el pantano de La Breña, en Almodóvar del Río.

Paseo en barco en el pantano de La Breña, en Almodóvar del Río. / El Día

Hay tantos planes slow posibles como colores. Otra alternativa muy slow la ofrece Almodóvar del Río, donde está ubicado el pantano de La Breña. Un paseo por las colas del pantano en el barco ecológico, que funciona con placas solares, durante una tarde primaveral, disfrutando del atardecer, lejos del ruido urbano, escuchando a los pájaros y observando el Parque Natural Sierra de Hornachuelos. Es una actividad para todos los públicos y en un paraje espectacular para descansar y disfrutar de todos los sentidos. Y, si hace buen tiempo y ya es temporada, siempre existe la opción de zambullirse en la primera playa interior de la provincia de Córdoba.

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