Montoro

Cómo sobrevivir a la canícula

  • La localidad del Alto Guadiato suele registrar estos días las temperaturas más altas de España

  • Las calles se quedan desiertas tras el almuerzo y no se recuperan hasta la noche

¿Mazapanes? ¿La Feria del Olivo? ¿La Semana Santa? No. Montoro está estos días en el epicentro de todas las miradas por las altísimas temperaturas que golpean el Valle del Guadalquivir y que cosechan en este recodo del río grande de Andalucía, casi a diario, el récord no sólo de la comunidad, sino de toda España: 44,7 grados centígrados alcanzó el mercurio el miércoles, 1 de agosto; 45 grados el jueves y 45,6 el viernes. Así golpea la canícula el caserío de piedra molinaza, algo que a los montoreños, desde luego, no les pilla por sorpresa: el 13 de julio del año pasado se alcanzaron 47,3 grados centígrados, un récord histórico que hizo sudar a todo el país.

Vuelta al presente: a la caló, como en Montoro se le llama a estos días centrales del verano, cuando el sol se encuentra en su cénit y los rayos tuestan los olivares. Sin "r" final y con un punto de pereza, sin terminar la palabra, como efecto del cansancio de los días de mal dormir. Hasta la alcaldesa, Ana María Romero (PSOE), tuvo que salir al frente de las chanzas en las tertulias y programas de televisión entrando en uno en directo: en Montoro también se disfruta del verano, vino a decir en una invitación a descubrir este "vergel" de calles empinadas y serpenteantes que en los últimos días, según los datos oficiales de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), ha registrado una temperatura media superior a los 30 grados centígrados.

¿Que cómo se sobrevive a la caló? Basta con echar un vistazo a las calles a partir de las tres de la tarde, un desierto de sombras recalentadas y rayos de sol que son cuchilladas calientes porque, hasta pasadas las ocho, apenas hay vida de puertas para afuera. De hecho, son contados los comercios que se atreven a abrir estos días por la tarde, y sólo cuando tengan un buen aparato de aire acondicionado instalado (los bares ni eso, pues los parroquianos no se asoman). Y el sanísimo consejo médico de hacer deporte en verano a primera o última hora del día lo llevan grabado los montoreños desde que nacen: aquí no hay runner que valga, ni triatleta que busque desafíos.

Los mayores dicen que siempre ha hecho calor en Montoro, y que "ahora con la cosa del aire acondicionado no nos acordábamos", como dice Roque Campos, refugiado en el bar Blas del Casino, a unos pasos de la calle comercial por excelencia del municipio, la Corredera. En esta arteria de las compras del Alto Guadalquivir, Juan López, quiosquero de prensa, manifiesta que "cierra por las tardes porque se vende poca prensa por la tarde". La situación es similar en la carnicería de Luis Asenjo, referencia en el municipio desde hace más de 25 años, que cierra por las tardes porque la clientela, como es lógico, no aparece hasta última hora de la tarde. Lo mismo le ocurre a Patricia Afán y su tienda de ultramarinos: "Abrimos lunes y viernes por tener alguna tarde abierto, por dar un servicio". Así es la caló en el Alto Guadalquivir.

Aunque la vida sigue, como por obligación. Joaquín Luque, que regenta su propia floristería, comenta que "el verano es la peor temporada para vender plantas", aunque dice "no notar la falta de clientes". Hablando de flores, recuerda que la diamela es una flor característica de Montoro, ya que no se comercializa en ningún vivero y no hay semillas que la reproducen, sino únicamente a través de esquejes. Y, lo más curioso: "Una diamela sale de Montoro hacia otro lugar y no llega a tener la esbeltez que consigue aquí". ¿Será la caló?

En la Oficina de Turismo, Isabel Ruiz atiende a los visitantes: "La afluencia de turistas es la normal para estas fechas [poca], como ocurre con muchos otros destinos de interior". Eso sí, "lo que nos preguntan es si hay piscinas". Y en Montoro se pueden disfrutar de dos: la municipal y la del hotel Mirador.

Hay quien en la localidad empieza a quejarse de estar un día sí y otro también en los medios de comunicación por las altas temperaturas, pues advierten de que puede ser contraproducente para la llegada de visitantes. Pero lo cierto es que los montoreños saben cómo darle esquinazo al mercurio disfrutando un año más de actos culturales nocturnos como música y teatro en calles y plazas, con los ciclos Montoro, barrio a barrio y las Noches del castillo de la Mota. Y luego, por supuesto, al alcance de la mano están la ya citada piscina municipal, los paseos por la plaza de España ya por la noche, el jardín de la Virgen de Gracia, el paseo peatonal con su zona de esparcimiento a la orilla del río Guadalquivir o, a unos minutos en coche, el Parque Natural de Cardeña-Montoro, donde en las casas de campo se duerme, incluso en plena canícula, con la sabanita por lo alto. Son formas de sobrevivir a la canícula.

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