Nuevas evidencias arqueológicas sitúan la batalla de Munda en la campiña de Córdoba y alejan la teoría sevillana

Historia

Historiadores sostienen que los ejércitos de Pompeyo no llegaron a cruzar el Genil en su intento de huir de César, descartan que Ursao sea Osuna y mantienen que Munda es la actual Montilla

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Paisaje de campiña entre Espejo, Montemayor y Montilla. / El Día

En el año 45 antes de Cristo, la batalla de Munda cambió el devenir de la antigua Roma. Las legiones cesarianas del dictador y cónsul Cayo Julio César y el pompeyano Cneo Pompeyo el Joven se enfrentaron en un lugar indeterminado de la antigua Bética -aproximandamente, la actual Andalucía-, con una decisiva victoria del primero. La consecuencia más directa fue que Julio César consiguió el poder absoluto en Roma. La principal fuente sobre los eventos de la campaña final de la guerra civil es De bello Hispaniensi (Sobre la Guerra de Hispania), obra escrita por un cesariano anónimo poco después de la contienda.

Pero, desde entonces, arqueólogos e historiadores debaten sobre el lugar exacto donde se produjeron los episodios principales de la contienda, con dos teorías principales: la cordobesa, que defiende que las tropas se enfrentaron en un espacio situado entre los actuales municipios de Montilla, Espejo, Montemayor y Nueva Carteya; y la sevillana, que sitúan el conflicto en el entorno de Osuna.

Ahora, nuevas evidencias arqueológicas respaldan la hipótesis de que la decisiva batalla de Munda que cambió el rumbo de Occidente tuvo lugar en Córdoba y alejan la teoría sevillana. Así lo teorizan el director del Museo Histórico Municipal de Baena, José Antonio Morena, y su homólogo en el Museo Arqueológico de Cabra, Antonio Moreno, en un artículo de investigación difundido recientemente en la revista Ituci.

Una bala de plomo reveladora

Los historiadores se refieren, en primer lugar, al hallazgo de una bala de plomo para honda en el término municipal de Montilla con doble epígrafe que menciona el nombre de César y el de una ciudad que participó en la contienda fiel a su causa, Ipsca, que debió localizarse junto al cortijo de Izcar, en el término de Baena.

La bala de plomo de Ipsca. / El Día

Para los investigadores, el lugar del hallazgo es de "sumo interés", ya que se encuentra en el término de Montilla, en el paraje conocido como la Navilla de Cortijo Blanco, situado a escasos metros del cauce del arroyo homónimo. Y no es la única pieza de estas características que se conoce en la zona, sino que existen varios lotes de balas de plomo similares, aunque sin inscripción, halladas en Montemayor, Montilla, Espejo, Nueva Carteya o Baena, algunas de ellas expuestas en sus museos y cuya procedencia exacta se desconoce.

La glans inscripta es un proyectil elaborado en plomo de 4,5 centímetros de longitud y 2 de anchura, de algo más de 70 gramos. Fue compuesta mediante dos valvas unidas, lo que según los investigadores indica su fabricación a molde. Aunque lo que para los expertos resulta determinante es todo lo que cuentan las inscripciones.

En primer lugar, Ipsca, opidum ibérico y luego municipio romano: "Parece evidente que sus habitantes estaban alineados con el bando cesariano y se preocuparon por reflejar esta alianza política en la munición de los cuerpos de honderos". También sugiere que se habría producido un enfrentamiento entre cesarianos y pompeyanos a tan sólo 19 kilómetros en línea recta al suroeste de Ipsca. Esta vía de comunicación, que discurre paralela al río Guadajoz por su margen derecha, partía de Corduba y llegaba a Ategua, y para los expertos "resulta factible que fuese utilizada por los ejércitos de César y los hijos de Pompeyo en la guerra civil".

La inscripción, además, atestigua que el municipio estaba alineado con la causa cesariana, lo que sorprende porque se encontraba rodeado de ciudades fieles a Pompeyo, como Ucubi (actual Espejo) y Ategua. Para los expertos, este descubrimiento pone de manifiesto, en primer lugar, que los oppida de la campiña cordobesa debieron jugar un papel en el transcurso de la guerra que aún es desconocido, y en segundo lugar que su localización en las inmediaciones de Montilla "vuelve a situar a esta localidad como parte del escenario bélico descrito en las fuentes escritas".

El 'oppidum' desconocido de Montilla

Yacimiento arqueológico del Castillo de Montilla. / El Día

La principal incógnita para situar la batalla entre César y Pompeyo es dónde estaba Munda, el poblado íbero que da nombre a la contienda principal de esta guerra civil. Durante siglos, se teorizó con que se situó en la actual Montilla, aunque esta hipótesis no estaba refrendada por ninguna evidencia arqueológica. Así que ha habido que esperar hasta comienzos del siglo XXI cuando, con motivo de los trabajos arqueológicos llevados a cabo en el Castillo del Gran Capitán, se pusiera de relieve la existencia de un asentamiento antiguo en la zona más elevada del casco urbano.

Estas excavaciones, en concreto, han permitido documentar los inicios de un poblamiento durante el Bronce Final, en torno al siglo VIII antes de Cristo, que habría continuado habitado hasta el siglo I de la era actual, momento en que se interrumpió bruscamente la ocupación y la zona quedó abandonada hasta mediados del siglo XIII, tras la reconquista de Fernando III el Santo.

Morena y Moreno recuerdan que este asentamiento protohistórico se ha calificado, por sus características, como "de primer orden", y debió ser "un importante centro de base agrícola con una significativa concentración de población, en un punto estratégico con buenas comunicaciones, abundancia de agua, situado en altura y con una extensión de unas seis hectáreas". Son testimonios que, según los investigadores, corroboran la existencia en Montilla de un oppidum, aún de nombre desconocido, que por su ubicación a tan sólo ocho kilómetros de Ulia (Montemayor) y a 12 de Ucubi (Espejo) "no puede descartarse como el solar de la Munda pompeyana".

'Ursao' no es Osuna

El principal equívoco para situar la batalla de Munda en la campiña sevillana es la referencia al sitio de Ursao/Bursavo que aparece en De bello Hispaniensi (Sobre la Guerra de Hispania), junto a los topónimos bursavonenses y ursaonenses; este oppidum cayó rendido inmediatamente después de ganar César la batalla. Actualmente no se conoce en la Betica ninguna localidad con estos nombres, por lo que a lo largo de los siglos se han deslizado varias teorías.

Para algunos autores, Bursavo estaría en Córdoba y Ursao sería la actual Osuna (Urso en época romana), pero otros historiadores apelan a un error en la transmisión manuscrita, y creen que Bursavo y Ursao son en realidad una misma ciudad, la actual Osuna. Morena y Moreno lo discuten, al entender que el alejamiento del municipio sevillano del principal teatro de operaciones descrito -unos 70 kilómetros en línea recta- "no la hace candidata idónea para respaldar tal suposición".

Su teoría es que Bursavo y Ursao son un mismo lugar, cuyos topónimos aparecen en las fuentes "de forma corrupta", pero "no se correspondería con la actual Osuna, sino que se trataría de un oppidum de la campiña cordobesa aún no identificado y cercano a Ategua". Y es que, de acuerdo a De bello Hispaniensi, tras la toma del bastión pompeyano de Ategua se habían apresado algunos bursavonenses que ayudaban en la defensa del asedio cesariano. César los envió a su ciudad, junto a una importante delegación compuesta por algunos de sus partidarios, caballeros y senadores romanos, con el fin de conseguir su adhesión y evitar así que la guerra se prolongase con otro asedio más.

Pero no lo logró. El texto antiguo narra que sólo entraron en la plaza fuerte de Bursavo lo que eran de allí, mientras que los caballeros y senadores no se atrevieron, y cuando regresaban fueron degollados por un grupo de pompeyanos. Varios escaparon y pudieron contar a César, que seguía en Ategua, lo sucedido. "Estos trágicos hechos no lo debieron dejar indiferente, pues supuso una afrenta tal que no debía quedar sin castigo", razonan Morena y Moreno.

¿Y dónde estaba la antigua Bursavo/Ursao?

Los investigadores razonan, en primer lugar, que "no debía quedar lejos de Ategua", dado que allí había un contingente de bursavonenses, y en segundo lugar, que debía ser un oppidum, ya que se trataba de un lugar "muy bien defendido tanto por sus murallas como por su propia naturaleza topográfica".

Monumento en los Llanos de Vanda, entre Espejo y Nueva Carteya. / El Día

Morena y Moreno plantean cuatro hipótesis que respaldan esta teoría. La primera es el actual casco antiguo de Castro del Río, a tan sólo diez kilómetros de distancia de Ategua; la segunda, el cerro de la Cuesta del Espino, en Córdoba capital, a 22 kilómetros al Oeste; la tercera el cerro de los Molinillos, a 28 kilómetros al Sureste, y la cuarta y última el Cerro Boyero de Valenzuela, a 31 kilómetros al Este. "Cualquiera de estos sitios podría ser el solar del poblado de Bursavo/Ursao citado en De Bello Hispaniensi", explican.

Y ahondan en que la actual Osuna fue conocida en época prerromana como Urso y se convirtió, tras la contienda civil, en la colonia Genetiva Iulia Urbanorum Urso. "No existe ningún testimonio, ni literario ni arqueológico, que la denomine Ursao", insisten los autores.

Ventipo, el último eslabón

Ventipo, plaza fuerte tomada por los cesarianos antes de la decisiva batalla de Munda, es la última gran incógnita y su ubicación -también desconocida- terminaría de apuntalar la teoría defendida por Morena y Moreno. El motivo de este episodio estaría relacionado, muy probablemente, con la intención de Pompeyo de salir de la campiña cordobesa en dirección hacia el Sur al verse rodeado por el ejército cesariano. Es posible que César, enterado de este movimiento, se adelantara para llegar al punto más cercano donde pudiera cruzarse el río Genil en dirección al Sur y lograr cuanto antes un choque directo.

Y ese punto parece que no era otro que el poblado íbero de Ventipo, que controlaría el puente necesario para sortear el cauce. Para los historiadores cordobeses, "que los ejércitos contendientes atravesaran o no el Genil es, sin duda, un hecho clave para localizar Munda y el sitio de la batalla", pues el autor de De Bello Hispaniensi nunca relata que se cruzara. Tradicionalmente, se ha identificado Ventipo con el Cerro de la Atalaya de Casariche (Sevilla), pero Morena y Moreno lo cuestionan.

Así, razonan que en la orilla derecha del río Genil, en territorio cordobés, se encuentran varios oppida, entre ellos en la llamada Villeta de las Mestas, que tras la construcción del pantano de Cordobilla en Puente Genil a mediados del siglo XX quedó parcialmente cubierto bajo sus aguas. Aun así, destacan la existencia de las ruinas de un antiguo puente junto a esta ciudad citado en bibliografía antigua y que podría identificarse con el que las tropas de Pompeyo pretendían cruzar para escapar de César.

Los autores concluyen, por tanto, que a los argumentos tradicionales que sitúan Munda en Montilla y el campus Mundensis en la campiña cordobesa, quizás en los llamados Llanos de Vanda, entre Montilla, Espejo y Nueva Carteya, hay que sumar la existencia de un oppidum ibérico en el casco histórico de Montilla; la posibilidad de que Bursavo y Ursao sean una misma ciudad en el Sur de Córdoba y no Osuna; que los ejércitos no cruzaraon el Genil antes de la batalla decisiva y que Ventipo pudiera ubicarse en la margen derecha del Genil, quizás en el yacimiento de la Villeta de las Mestas donde en el siglo XIX aún perduraban los restos de dos puentes, uno sobre el río Anzur y otro sobre el Genil.

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