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Una condena para que la Pasión de Jesucristo "abra paso a la fe"

  • La que fuera fiscal general del Estado, Consuelo Madrigal, ofrece la Sentencia de la Centuria Munda

Consuelo Madrigal, en el centro, antes de pronunciar su sentencia.

Consuelo Madrigal, en el centro, antes de pronunciar su sentencia. / alicia fernández

La jurista y fiscal de Sala del Tribunal Supremo y quien fuera fiscal general del Estado, Consuelo Madrigal, fue la encargada ayer de ofrecer la XXVI Sentencia Romana, organizada como cada Cuaresma por la Centuria Romana Munda y que estuvo condicionada, en parte, por la intensa lluvia que cayó durante buena parte de la jornada.

Una cita en la que los juristas reflexionan acerca del proceso contra Cristo y en el que explican los que, a su juicio, fueron los motivos de su crucifixión. En este caso, Madrigal ofreció un más que razonado argumentario en el que no faltaron la presencia de pensamientos e ideas de grandes autores para cotejar su fallo, del que antes de pronunciar pidió perdón. "Todo lo que está mal en el mundo te condena y yo también. Te pido perdón. Y el menos, hoy -por ayer-, aquí ante el altar mayor de la iglesia de Santiago y ante tu imagen de varón de dolores, esta condena es una oración", aseguró.

La magistrada basó su condena a Cristo sobre tres puntos tras hacer un relato pormenorizado de los hechos. En el primero de ellos expuso que "la memoria de tu Pasión, es ahora la historia entera del sufrimiento del hombre". Por eso, continuó, "te condeno porque el mundo y cada uno de nosotros necesitamos que el dolor y la muerte pasen del sin sentido de la naturaleza, la crueldad o la barbarie, a formar parte de tu Viernes Santo, que es también nuestro día". Para que también, continuó, "levantando los ojos hacia tu cuerpo Crucificado, mirando al que atravesaron, no haya un dolor en el mundo del que podamos sentirnos ajenos, ningún grito que no vaya dirigido a nuestros oídos; ninguna lágrima que no sea nuestra; para ver y poner en todas partes, en todos los frentes, en cada lugar de injusticia y desolación, la fuerza prodigiosa de tu Cruz que ilumina el sufrimiento, la traición, la soledad y el abandono".

El segundo punto en el que Madrigal basó su sentencia fue en el Sábado Santo, jornada en la que "nosotros tenemos mucho que ver con su oscuridad, que es la vida del hombre". Y todo "para que en este largo día no se nos haga tan incomprensible el peso de la ausencia y la tiniebla de Dios, y nos muestres que lo dado y lo factible no es lo único verdadero, que por encima de la lógica presente de los hechos, tiene validez una evidencia soterrada en la que alienta la verdad de la esperanza del Reino como un mundo para nosotros", detalló y añadió también "para que alumbres la esperanza contra toda esperanza, cuando con un vacío en el corazón y llenos de vergüenza nos disponemos a volver a Emaús y sentimos que te quedas con nosotros porque atardece y luego, al reconocerte, una vez más, que nada podrá separarnos de tu amor".

El último punto del fallo fue "para que el paraíso no sea el futuro indeterminado que articulan nuestros sueños anticipatorios de esperanza ética, política y social, sino el hoy de estar contigo incluso en la Cruz; y, al tercer día, tus amigos, los que te lloramos el sábado, encontremos la piedra quitada y tu sepulcro vacío, y todo eso traiga al viernes del dolor y a la impaciente espera del sábado de nuestra vida, el hoy de estar contigo en el paraíso, la alegría de tu Domingo de Resurrección, la fiesta de un amor que ha conquistado la muerte".

"Tú haces del Gólgota, de la misma tierra en que eres crucificado, el lugar en que el Señor resucitado se aparece atravesando puertas cerradas", insistió. Para concluir, la magistrada subrayó que condena a Jesús "para que tu pasión, muerte y resurrección abran paso a la fe y el seguimiento". Consideró también que se trata de "una fe que se ha corrompido demasiadas veces, que a menudo se ha aliado con los poderes del mundo y ha parecido acabarse, pero que crece en la persecución, y ha sobrevivido a la persecución y lo que es más difícil, a la paz, y que siempre vuelve a empezar porque los cielos y la tierra pasarán, pero tus palabras no pasarán". Por ello, manifestó que "cuando los logros del pensamiento y la audacia humanos y los extremos de nuestra barbarie política y económica estén olvidados, esas palabras seguirán iluminando el norte del futuro y hablaremos con valiente ardor como si algo acabara de suceder y nuestro mensaje será más fresco y más joven a medida que el mundo envejece". "Tú Señor, te haces presente en el mundo haciendo nuevas todas las cosas y contemplaremos una nueva creación, un cielo nuevo y también una tierra nueva", concluyó.

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