El Museo Garnelo de Montilla da la bienvenida al lienzo ‘Magdalena’
Campiña Sur
El Instituto Municipal Reus Cultura cede por cinco años el cuadro con el que José Garnelo y Alda ganó la Primera Medalla en la Exposición de Bilbao de 1894
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El fantástico cuadro Lourdes, cedido en depósito por el Museo del Prado, ya tiene nuevo acompañante en una de las salas principales del Museo Garnelo de Montilla. Se trata de Magdalena, lienzo pintado por José Garnelo y Alda en 1894, presentado en la Casa de las Aguas, hasta donde llega en depósito del Instituto Municipal Reus Cultura.
El cuadro, perteneciente a la época de juventud del pintor montillano, recala en el Museo Garnelo como resultado de la política de ampliación y crecimiento de la pinacoteca practicada por el Ayuntamiento de Montilla, con la intervención decisiva del colectivo Amigos del Museo Garnelo. Un nuevo lienzo que le valió a Garnelo la Primera Medalla en la Exposición de Bilbao de 1894 y que más adelante donó para su exposición en el museo del pintor Mariano Fortuny en Reus, su ciudad natal.
La presentación de Magdalena estuvo arropada por la conferencia de Miguel Carlos Clementson, quien desveló en su intervención las claves de un cuadro, de 178,5 x 149 centímetros de tamaño, que confirma el naturalismo en el discurso expositivo y biográfico del Museo Garnelo de Montilla, que conserva documentos relacionados con ella, como aquel diploma de Primera Medalla en Bilbao.
Acompañado por el alcalde, Rafael Llamas (PSOE), y el director honorario del museo, José Antonio Cerezo, el doctor en Historia del Arte situó la inspiración para este cuadro en la novela Madeleine Férat (1868) de Émile Zola, lo que confirma “el compromiso que tiene Garnelo con la contemporaneidad, adaptando al lenguaje pictórico el naturalismo literario de un autor bastante controvertido que iba buscando con la temática de sus novelas levantar ampollas en la sociedad de su época, posicionamientos con los que Garnelo, en cierta forma, comulgaba, al menos, en su etapa de juventud”.
La composición de Magdalena, en un ambiente meticulosamente decorado, nos habla del regreso a casa de una mujer adúltera, del arrepentimiento que quiere demostrar al marido, caballero de noble porte; su juvenil arrogancia coarta y consume la enfermedad que lo retiene en aquel sillón donde, sin duda, devoró sus ocultas penas. Aquel hombre, de hermosa cabeza, mira al suelo, duda si perdonar, quiere aún sacar tesón de sus flaquezas; la mujer le ruega con seductora insistencia, llama al amor, no a la piedad. Sintetiza, en opinión de Clementson, dos pasajes de la novela de Zola.
La cesión de Magdalena por el museo municipal de Reus se hace por cinco años prorrogables en las mismas circunstancias. Rafael Llamas agradeció la disposición encontrada en el Ayuntamiento catalán para aceptar la petición de depósito, siguiendo la estela de otras instituciones como el propio Museo del Prado.
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