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Hornachuelos, el reino del buitre negro

  • La provincia ha pasado en el último año a contar con 67 parejas de este ave rapaz

  • El veneno es la primera causa conocida de mortalidad de esta especie en Andalucía

Técnicos de Medio Ambiente durante el marcaje de un especimen.

Técnicos de Medio Ambiente durante el marcaje de un especimen. / reportaje gráficO: el día

Es una de las mayores rapaces del mundo y como reproductora vive en una veintena de países de Europa y Asia. Es el buitre negro, que en la provincia de Córdoba sobrevuela y habita con toda plenitud en la Sierra de Hornachuelos. Un espacio en el que, según fuentes de la Delegación de Medio Ambiente, hay 67 parejas censadas hasta la fecha; en este tiempo, la población habría ganado dos parejas en el área del Bembézar y perdido una en el área del Retortillo. Con todo ello, en la provincia de Córdoba se ha pasado en el último ejercicio de 53 a 67 parejas, "un incremento bajo, provocado fundamentalmente por varios episodios fuertes de envenenamiento que hicieron temer por la desaparición de la especie, que alcanzó un mínimo de 29 parejas reproductoras en el año 2006", anotan. Las mismas fuentes señalan que "determinadas acciones de suspensión de lo aprovechamientos cinegéticos lograron frenar el uso del veneno". Y es que el veneno es el peligro principal en la supervivencia de estas aves.

La Sierra de Hornachuelos es el particular reino de estas aves en Córdoba, ya que es el lugar donde mayor número de ejemplares se contabilizan. Rafael Arenas es el coordinador del plan de Recuperación y Conservación de Aves Necrófagas de Andalucía en Córdoba y recuerda que en 2001 el buitre negro estaba en peligro de extinción; sin embargo, ahora esa condición ha pasado y se considera "vulnerable". Esto significa, según expone, que el buitre negro "está menos amenazado que hace 15 años".

Así, en el año 2001 comenzó en Andalucía un programa de actuaciones para rebajar el nivel de amenaza de esta ave, cuya envergadura media es de entre 250 y 300 centímetros en algunos individuos. En Andalucía hay siete áreas de reproducción: Sierra Pelada y Contienda (Huelva), la Sierra de Hornachuelos, en Córdoba, y la Sierra de Andújar (Jaén). Al respecto, Arenas señala que muchos de los ejemplares que nacen en la Sierra de Hornachuelos dejan esta zona y "algunos suben a Asturias" durante un espacio de tiempo, pero regresan a Hornachuelos cuando "alcanzan la madurez sexual a los cuatro años. "El buitre negro regresa a criar donde nació", destaca.

En toda Andalucía el número de buitres también aumentó a lo largo del año pasado. En concreto, según los datos facilitados por Arenas, hasta 366 parejas "habrían efectuado la puesta, de un total de 398". "Un año más son cifras históricas, sensiblemente mayores que las de 2015, cuando se contabilizaron 317-362 parejas -el primer número expresa las puestas confirmadas y el segundo el total de parejas censadas- y según las cuales la comunidad acogería ya el 19% de todas las parejas españolas", subraya.

Respecto al aumento registrado en Córdoba, Arenas insiste en que se trata de "un incremento bajo provocado, fundamentalmente, por varios episodios fuertes de envenenamiento que hicieron temer por la desaparición de la especie, que alcanzó un mínimo de 29 parejas reproductoras en el año 2006" y recuerda que "determinadas acciones de suspensión de los aprovechamientos cinegéticos lograron frenar el uso del veneno".

Y es que, continúa, la población de la Sierra de Hornachuelos "es particularmente sensible a la presencia de veneno en el medio". Así lo atestiguan "los descensos repentinos" de las temporadas 2003 y 2006, que siguieron a la aparición de buitres negros envenenados el año anterior. Por ello, "en ausencia de veneno, la recuperación de la cifra de parejas es igualmente elocuente", anota. Sin embargo, Arenas asegura también que "no parece que esta población esté más expuesta al veneno que las otras grandes poblaciones de la comunidad, que han crecido de manera más constante en este periodo". Para entender el menor dinamismo de la rapaz en la Sierra de Hornachuelos, sostiene, hay que contemplar además, como rasgo propio, "un más que posible problema de reclutamiento asociado a la fuerte atracción que parecen ejercer otras áreas de reproducción sobre la fracción preadulta de la especie". El responsable del plan de recuperación de aves especifica que esta hipótesis tiene dos argumentos principales a su favor. El primero de ellos es "la ausencia casi total de aves no reproductoras fuera de la época de montería, que llegan a ser muy abundantes dentro de otras áreas", indica, mientras que el segundo argumento se basa en "el estancamiento observado en el núcleo del Retortillo, el más sureño y aislado de la Sierra de Hornachuelos, que coincide con los años de mayor incremento en el área de Sierra Norte I".

En este ir y venir de buitres negros por la Sierra de Hornachuelos, Arenas alude a los informes de las temporadas de 2014 y 2015, que reflejan "un número anormalmente elevado de parejas, pero en las que no se pudo confirmar su puesta, a pesar de haber sido objeto de un intenso control desde comienzos de la primavera". Para ello, se comprobó que en el 80 o el 90% de las monterías que se celebraron en las fincas que contienen nidos los restos se habían trasladado a una planta de transformación, por lo que en Medio Ambiente se planteó la posibilidad de que "esta retirada masiva de alimento hubiera obstruido la adquisición de la necesaria condición física prerreproductora de los buitres negros de la Sierra de Hornachuelos y, esto hubiera determinado menos puestas de lo esperado", especifica. Sin embargo y a diferencia de esos años, en 2016 se registró "una cifra de parejas sin puesta confirmada -una de cada siete-, que varía poco de los visto en la población vecina de Sierra Norte I (Sevilla) -uno de cada ocho-, donde la destrucción de restos no parece haber ocurrido con la misma intensidad".

Con todo ello, a lo largo del año pasado la Delegación de Medio Ambiente censó 30 volantones -buitre que está a punto de volar- de un total de 49 puestas realizadas, frente a los 33 de 43 de la anterior temporada. Esto significa que el éxito reproductor ha sufrido un retroceso "sensible en comparación con 2015 -60% frente al 77%-, que nos parece ligado al importante temporal de lluvia de la pasada primavera", resume.

Otro de los factores que impiden el desarrollo del buitre negro es "el aprovechamiento del corcho, principalmente por los desbroces previos a la saca, que coinciden con la incubación", indica. Arenas recuerda que la interferencia humana más destacada en el éxito reproductor del buitre negro "es la presencia de veneno en las áreas de alimentación". "Sus efectos son directos, ocasionando la muerte de adultos en plena reproducción, así como de pollos que son cebados por progenitores envenenados", subraya. Y alerta de que también existen efectos "indirectos, porque aumenta la probabilidad de emparejamiento de los adultos supervivientes con aves de corta edad, lo que favorece la formación de parejas que, por inmadurez o inexperiencia del miembro más joven, tienen mayor riesgo de fracaso que las compuestas por dos adultos experimentados" de esta especie.

"Otros factores son más fácilmente cuantificables, aunque menos influyentes, como el desmoronamiento de los nidos, al que apenas se atribuye el 9% del fracaso en la región gracias a la reconstrucción artificial de los que se encuentran en mal estado", asegura. No obstante, recuerda que las molestias motivadas por la presencia humana cerca de las plataformas "se han reducido mucho". En la actualidad, por ejemplo, se ciñen básicamente a Sierra Pelada, donde puede que no expliquen más de un 7% de todos los fracasos de la serie 2002-2015.

A todos estos factores hay que sumar la disponibilidad de comida, aunque es "un factor tradicionalmente sin efectos perceptibles sobre el éxito reproductor de las poblaciones andaluzas", advierte. No obstante, Arenas manifiesta que con los datos de los años 2014 y 2015 "se sugirió una merma de la productividad en la Sierra de Hornachuelos asociada a la destrucción masiva del despojo de las monterías".

Así, el veneno es la primera causa conocida de mortalidad del buitre negro en Andalucía. Desde 2002, ha afectado "incomparablemente más a los ejemplares en edad reproductora que a los individuos en dispersión", anotan desde la Delegación de Medio Ambiente. Aseguran también que la presencia de veneno ha afectado de manera indirecta "a pollos y jóvenes no emancipados que fueron mortalmente cebados por sus progenitores". Las mismas fuentes, no obstante, informan de que "el envenenamiento de reproductores y el bajo éxito reproductor de estos años no han impedido que el número de parejas se haya incrementado de manera notable", y consideran que el motivo "parece deberse a la conjunción de dos factores". El más importante, indican, "es una elevada tasa de supervivencia de la rapaz en su etapa preadulta, que en la mayoría de los casos habría compensado con creces los efectos del veneno y el bajo éxito reproductor a través de un reclutamiento muy fluido". Mientras, el segundo factor es una menor incidencia del veneno a partir de finales de la década del 2000. Desde el área que dirige Arenas sostienen que la primera de estas suposiciones está respaldada por la "inmunidad" relativa de las aves dispersantes al envenenamiento. "La razón puede obedecer a su instinto de prospectar alimentos normalmente sin veneno, como son las carroñas que se generan en las fincas ganaderas y de caza mayor", exponen. Los adultos, por su parte, rastrean con más frecuencia los cotos de caza menor, en busca de conejos y otras presas menores debilitadas o muertas, y están más expuestos al riesgo de ingerir los cebos que aquí se emplean. Además, para conocer la incidencia del veneno en el buitre negro se propuso el cálculo de un indicador que expresa la tasa de envenenamiento detectado. El resultado obtenido fue que la tasa de envenenamiento en el caso del buitre negro se ha reducido un 80%.

A pesar de ello, desde Medio Ambiente matizan que los datos "son globalmente positivos, pero no hay que bajar la guardia". "El veneno sigue siendo el mayor problema para la supervivencia del sector adulto de la especie, a la vez que una causa muy importante de fracaso reproductor", subrayan. E inciden en que "a lo largo de estos años, veneno y fracaso apenas han repercutido en la población, por actuar en un contexto caracterizado, muy posiblemente, por cantidades suficientes de alimento inocuo y altas tasas de supervivencia preadulta". Aun así, sostienen que en lo sucesivo se debe asegurar "la cantidad y calidad de los recursos derivados de la caza mayor y la ganadería, de lo contrario podrán invertirse las tendencias actuales".

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