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La expresión (“llueve, el gobierno es un cerdo”) se atribuye al impuesto sobre la sal que en el siglo XIX impuso el gran duque de Toscana. El pesaje se hacía en días de lluvia (la sal pesa más cuando está mojada). El mito del diluvio universal parece estar relacionado con la Teoría de la catástrofe de Toba, propuesta en 1998 por Stanley H. Ambrose, de la Universidad de Illinois. Hace 74.000 años la población humana se redujo, tras un invierno volcánico de 6 años con lluvias generalizadas. El hecho es que el diluvio universal está presente no solo en Mesopotamia, sino también en las culturas maya, hindú o china. En los Vedas existe la historia de Manu, un rey de la India, que es avisado por un avatar del dios Visnú que toma forma de enorme pez y le ordena construir un barco. En China el malvado dios Kong-Kong derriba con su cabeza una de las columnas que sostienen la bóveda del cielo y derrama millones de litros sobre los habitantes del mundo, diezmando la población.
Valencia se ha llevado la peor parte de este nuevo diluvio. Según las informaciones la extensión de la inundación superó con creces el área cartografiada con un periodo de retorno estimado de 500 años. A las 14:30, la Aemet publicó un aviso especial por situación de gran adversidad y lluvias torrenciales que podrían superar localmente los 150-180 litros por metro cuadrado en 12-24 horas. En una hora Turís registró 184,6 libros por metro cuadrado, que es el valor máximo histórico en España. En la franja de 24 horas, el 29 de octubre, la estación meteorológica recogió 771,8 litros por metro cuadrado. Jurídicamente esto es fuerza mayor (vis maior): un acontecimiento exterior, irresistible (e impredecible) que determina la ruptura del nexo causal, y consiguientemente la inexistencia de responsabilidad. No obstante, si han existido concausas eficientes, podría haber responsabilidad. También excluye la responsabilidad la culpa exclusiva del perjudicado (quien desatado el desastre cruza un torrente o imprudentemente baja a un garaje).
Dado que las dos Españas (también mediáticas) se han liado a mamporros es difícil establecer la verdad, porque la culpa es del otro. Esto me recuerda un cuento que narraba a mis tres hijos cuyo protagonista se llamaba Chipilito Yonohesido. En hipótesis podemos contemplar el siguiente elenco de concausas. En el desastre del Camping Biescas se afirmó la responsabilidad del Estado y de la Comunidad Autónoma por autorizar el uso en zona inundable. En Valencia al parecer ha sido denunciada la falta de limpieza en el barranco origen de la mayor parte de los daños. El alcalde de Algemesí realizó al efecto peticiones en 2023 y 2024, que no han sido nunca contestadas desde la Confederación Hidrográfica del Júcar. La omisión de la Administración de sus deberes de policía cuando han mediado denuncias reiteradas son también para el TS causa bastante para afirmar la responsabilidad cuando el aterramiento de un cauce produce el desbordamiento del río Marbella (STS 24 de enero de 1992). Más complicados son los daños por alertas ineficientes o designación de evacuaciones ineficiente. En la erupción volcánica de St. Helen se produjeron daños fuera de las zonas de exclusión declaradas, los tribunales rechazaron la alegación de las víctimas de una designación negligente por parte del Gobernador (Karr v. State). No obstante eventualmente aquí podrían afirmarse responsabilidades por retraso en la alerta tanto del Gobierno autonómico –que la demoró– como en la Confederación Hidrográfica del Júcar, que al parecer además no ha realizado obras que hubieran mitigado el desastre. Los alcaldes tienen poderes que aparentemente no han sido ejercidos (art. 21. 1. letra m) LRBRL). Por último, queda la responsabilidad directa del Gobierno de la Nación, que no declaró el Estado de alarma previsto para “Catástrofes, tales como terremotos, inundaciones”, sin necesidad de que lo pida la Comunidad Autónoma. Si esta inundación, que es la más mortífera en los últimos 50 años, no reclama la declaración que permite el art. 116 CE y art. 4 de LO 4/1981 ¿para qué catástrofe está reservada?
Con independencia de las responsabilidades deben ser tomadas medidas empezando por nuestra propia actitud personal ante las alertas Aemet y un sistema de alamas/sirenas en las ciudades, o apps (NHK World, Yurekuru Cal) como las de Japón que podrían salvar vidas. Que nadie piense que esto nos librará de todo mal la próxima vez que el dios Kong-Kong derribe con su cabeza la columna que sostiene la bóveda del cielo. En 2018 en Japón 155 personas fallecieron en las prefecturas de Hiroshima y Okayama tras fuertes lluvias.
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