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El pasado 24 de mayo, el diario El País publicó un artículo firmado por Inma Flores que llevaba por título Crecer donde el trabajo no da para vivir. Da la sensación de España crece bien y reparte mal.
Hay dos formas de ver cuál es la evolución del rendimiento de las rentas del trabajo y las del capital: ver cuál es la parte del Producto Interior Bruto que se lleva cada uno (riqueza destinada a pagar trabajo y a pagar capital) o ver la declaración de rentas de los ciudadanos españoles y observar cuánto cobran por sus empleos y cuánto cobran por sus bienes de capital (a través de las declaraciones de IRPF de la Agencia Estatal de Administración Tributaria).
Si se analizan las declaraciones de 2024 se observa cómo las rentas del capital crecieron un 22,6% en un solo año, mientras que la cantidad de salarios pagados (donde también se incluyen directivos, que han experimentado un aumento brutal en los últimos años) solo han crecido un 7%, una tercera parte (teniendo en cuenta, además, que el SMI creció un 5% en ese año de 2023). Si analizamos la evolución salarial y la cantidad destinada a salarios (esto es, cuánto crecen los salarios, y no el hecho de que haya más asalariados), el crecimiento del salario fue del 3,8%, aunque realmente fue del 1%, dado que la inflación se comió un 2,8% de ese incremento.
En los últimos 15 años, no obstante, los trabajadores han perdido casi un 8% de poder adquisitivo. No deja de ser curioso que el salario real de España de los últimos 30 años prácticamente no ha crecido en términos reales (descontado la inflación). Algún ejemplo: en 1993 la distancia entre el salario de España y el de Francia era del 8,3%; en 2023 fue del 33,7%. Si hacemos la comparativa con Alemania, el salario medio real alemán en 1993 era un 25,75% superior al español; en 2023 fue un 48,14% superior.
Las rentas del capital mobiliario (fundamentalmente acciones) crecieron en 2024 un 45,3%, y ya el año anterior crecieron un 15,9%, y en el 2022 lo hizo en un 26,5%. Si comparamos el Salario Mínimo Interprofesional, que creció un 5%, un 8% y un 3,6% respectivamente en esos tres años, la conclusión es delicada para un gobierno progresista y claramente insolidaria para la clase trabajadora.
No obstante, el gran responsable del trasvase de las rentas del trabajo hacia rentas del capital es el capital inmobiliario, y dentro de este, el alquiler de viviendas, que ha crecido 15 veces más que los salarios en la última década (51,4% frente al 3,4% en términos reales, es decir, quitando la inflación) y, sólo el año pasado, 4 veces más que los salarios (un 14% de crecimiento en un año). Un español necesita el 47% de su renta para poder alquilar una vivienda, con grandes diferencias entre territorios. Por ejemplo, en Andalucía el precio de la vivienda en alquiler cerró el año 2024 con una subida del 10,4 % en relación a 2023, mientras que el salario medio en Andalucía alcanzó los 1.750 euros brutos mensuales en el último trimestre de 2024, tras un incremento interanual del 2,7%. En Extremadura, Cáceres es la provincia de España donde más han subido los precios del alquiler el año pasado, con un crecimiento del 22%.
Es curioso que en esa misma década el número de súper ricos se ha duplicado (se considera súper ricos a aquellos que tienen más de 30 millones de euros), lo que demuestra que el trabajo no hace rico a nadie, sino que es el capital y el trasvase de rentas del trabajo hacia el capital lo que crea súper ricos. De 2021 a 2024 los alquileres también han crecido 4 veces más que los sueldos (29,4% frente al 7,4%).
En definitiva, como indican todos los informes sobre la evolución de la economía y la renta, hoy trabajar ya no garantiza tener suficiente para llevar una vida digna sino que no garantiza ni siquiera poder acceder a una vivienda. De ahí que la mitad de las personas sin hogar que duermen a diario en el aeropuerto de Barajas-Adolfo Suárez sean trabajadores con empleo.
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