A buen seguro que ya habrán leído en este periódico que la Junta de Andalucía le va a meter mano a la casa de paso de la Lagunilla, un fósil del entramado urbano cordobés que causa admiración a quien lo conoce. Lo que no causa admiración es el estado lamentable de las viviendas, que ha sido lo que ha impulsado a la Consejería de Obras Públicas a la conservación de esta tipología que puede ser única en Europa. De esta casa de paso habla Ramírez de Arellano en sus Paseos por Córdoba y Ramón Medina compuso hace medio siglo un villancico que describe cómo se vivía la Nochebuena en este patio público por el que se pasa de un barrio a otro. Pero esta casa de paso también está en la literatura. Sebastián Cuevas, en su novela La casa de los muchos, describe de forma magistral a los pícaros de posguerra que llevaban a la puerta a sus incautos clientes que esperaban el cobro, mientras el estafador huía por la otra puerta.

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