Toca fiesta grande, TFG

26 de mayo 2025 - 03:07

En medio de la locura del compromiso público que adquirí la semana pasada, por ahí sigo contando (673 días desde que Sánchez perdió las elecciones, 818 como máximo hasta que pueda repetirse), divertido por recibir mandobles, sorprendido por sentir miedos ajenos, firme porque soy libre, y empeñado, como siempre, currando, a ver si un día atino, escuché el pasado viernes retumbar los fuegos de la Feria.

He sido muy feriante, como antes fui joven. He sido muy friki, como ahora (todos los días, susto completo). Mi feria era muy básica: de día y escape. Mis frikadas tienen una base extraña: leo. Y soy padre (no es un estado de ánimo, sino una condición irremplazable). Esta historia va de feria, de friki y de padre.

De un tiempo a esta parte, cuando se está terminando una carrera universitaria, hay que escribir, presentar y defender un Trabajo de Fin de Grado (TFG). Es una experiencia investigadora que debe reflejar conocimiento sobre el tema elegido y ser expresión abstracta de la madurez académica conseguida en los estudios: un simulacro cualificado de la futura solvencia. Un profesor amigo, friki también a más no poder (en este caso, de mi vicio confesable con la argumentación jurídica), decía en redes hace poco que los TFG son una pérdida de tiempo, porque, a pesar de que lo firme Fulanito o Menganita, el autor verdadero de casi todos es Chat GPT. Igual Alfonso tenía razón, y eso es solo la puntita del iceberg de la cutrez que sacude a nuestras universidades (perrera estudiantil, pero también de docentes enganchados al tipo test; catatónicas por endogamia y falta de ambición). Vale. Pues, cuando los fuegos tronaban, yo ya me había leído dos, ¡y qué dos!

Uno lo firmaba un Fulanito sobre Economía Colaborativa y la relación de ese fenómeno con el Derecho Civil; otro lo firmaba una Menganita sobre Turismo Activo y Deporte adaptado para personas con diversidad funcional física. El primero para Derecho en Granada, el segundo para Ciencias de la Actividad Física en Sevilla. Podría parecer que del primer caso algo sabría yo y del segundo nada. Ni tanto ni tan calvo, pero el hecho determinante es que aprendí. Aprendí que la originalidad se tiene o no se tiene, y la tenían; que el interés sobre lo escrito se contagia si está currado, si la propuesta está trabajada; y, recordé, que el esfuerzo siempre vence. Vi trabajo, vi frescura y vi audacia. ¿Vi también IA? Claro, como en mucho hoy, miente quien lo niegue, pero como herramienta y contraste, no como sustituto del intelecto. Y, mucho menos, de la voluntad.

El Fulanito es Javi. La Menganita, María. Busco una recachita de Feria y me lanzo al rebujito, que disimule el babeo de mi orgullo. Brindo por la salud y la suerte del hombre y la mujer en que se han convertido y las ambiciono más que las mías. Quereros es obligatorio. Admiraros es de nota. Toca fiesta grande.

stats