Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La vía es (por ahora) andaluza
En mis cursos de gestión del tiempo siempre provoco que los alumnos me digan frases hechas en las que aparezca la palabra "tiempo" como sujeto, por ejemplo: "el tiempo es oro", "he perdido el tiempo", "se me fue el tiempo", "dame más tiempo", "no tengo tiempo", "me ha hecho perder el tiempo", etc. Luego les hago sustituir la palabra tiempo por "vida", tratando de elevar consciencia de lo que realmente estamos tratando de gestionar y, evidentemente, las frases quedan de esta manera: "la vida es oro", "he perdido la vida", "se me fue la vida", "dame más vida", "no tengo vida", "me ha hecho perder la vida", etc.
Cuando las personas elevamos consciencia de las situaciones podemos gestionarlas mucho mejor. Mientras creamos que gestionar el tiempo es la gestión de una agenda, un reloj, y sólo apliquemos herramientas, no estaremos asumiendo la verdadera esencia de lo que significa.
Hay herramientas muy poderosas, como la "matriz del tiempo"de Steven Covey, donde aprendemos a identificar lo urgente de lo importante y así poder incluso clasificar acciones específicas. Es decir, hay cosas que son importantes y además son urgentes. Éstas, evidentemente, hay que hacerlas ya, sin demora, sin procrastinar. Hay acciones que son importantes, pero no son urgentes. Ésta es la situación ideal, ya que permite las tres p: planificar, programar y prever. Luego estaría lo urgente y no importante. Ante esta situación lo mejor es delegárselo a alguien. No te impliques en acciones que no son importantes para ti, a no ser que sea importante para otra persona que te importa y es obvio que se convierte en importante para ti también. La última opción, sería algo que no es importante, ni es urgente. La respuesta estoy seguro de que la sabemos… no le dediques un sólo segundo de tu tiempo… de tu vida.
Cuando explico esta herramienta en mis seminarios, siempre pregunto de manera intencionada: "¿Cómo saber que algo es importante?" La respuesta cae por su propio peso: "Importante es aquello que nos acerca a lo que deseamos, es decir a nuestros sueños, nuestras metas y nuestros objetivos". Si no me acerca hacia esto, no es importante y si por casualidad crees que es importante y no coincide con tus sueños, metas y objetivos, sería extremadamente necesario que revisaras de nuevo esta lista de cosas que deseas ser, hacer o tener.
Una vez que este asunto de lo importante esté aclarado, sólo queda planificar, es decir, cómo lo vamos a hacer; programar, osea, cuándo lo vas a hacer; y actuar.
Para tomar consciencia del valor del tiempo, me fascina pedir un billete a cualquiera de los participantes de mis cursos. Cuando algún confiado participante me presta uno, suelo preguntar: "si alguien te pide un billete como éste, ¿se lo prestarías?"
Las respuestas sólo caben de tres tipos, es decir: sí, no o depende. Desafiar estas respuestas es fácil. El que dice no, sabemos que quizá está condicionado por sus experiencias pasadas. El que dice sí, sólo es cuestión de una pequeña conversación para llevárselo a depende. Cuando todos están en depende, concluimos que depende de tres cosas: El umbral de dolor, la persona que lo esté pidiendo -la confianza que le depositas a esa persona- o el apego que le tengas al dinero.
Con el umbral de dolor me refiero a que quizá no le suponga dolor desprenderse de una cantidad concreta, por lo que lo presta sin problema, pero si aumenta esa cantidad rozando ese dolor de prestarlo, ya entra en la otra opción de depende, osea, quién lo pida. ¿Cuánta confianza tengo con esa persona? Aún en la tercera opción, el apego al dinero derivaría en una pregunta obligada antes de prestarlo: ¿para qué lo quieres?
Si hoy supieras que te quedan días de vida, por cuánto dinero comprarías un mes más de ella. No hay dinero para comprar ese tiempo, me responden siempre… Lo que sea… Todo cuanto tengo.
Si para prestar un billete hacemos tal proceso y preguntamos para qué, déjame preguntarte: ¿Por qué regalamos tiempos a quiénes nos lo piden, aún sabiendo que lo estamos perdiendo? Nadie va por la vida regalando billetes, porque sabemos que es un bien limitado. No regales tiempo sin consciencia, porque igualmente es un bien limitado por el que además pagaríamos con todo, cuando sentimos que se nos acaba.
También te puede interesar
Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La vía es (por ahora) andaluza
La ciudad y los días
Carlos Colón
Por el bendito nombre que nos reúne
El mundo de ayer
Rafael Castaño
Una línea en la pared
Forma y fondo
Victoria Adame
Demasiadas imágenes
Lo último