Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La vía es (por ahora) andaluza
El Gobierno ha renunciado a presentar en el Parlarmento Europeo su iniciativa para que el catalán, el euskera y el gallego fueran considerado lenguas de uso oficial en la UE. La versión del Gobierno ha sido que la retirada se debe a que un pequeño grupo de países pidieron más tiempo. Es mentira. El Gobierno debe pensar que en Bruselas y Estrasburgo no hay periodistas, ni funcionarios, que conozcan cómo se respira en los despachos, salas de reuniones y pasillos. Saben perfectamente que en ningún momento se vio entusiasmo, ni siquiera interés, por esa propuesta del Gobierno español.
No ha sido por falta de presiones. Los últimos meses Albares ha dado prioridad a ese asunto más que a cualquier otra cuestión. Y el propio Sánchez ha llamado a jefes de Gobierno para que aprobaran una iniciativa que importaba muchísimo al presidente español: Puigdemont exigía la aprobación del catalán como condición inexcusable para mantener el apoyo de Junts. Sánchez “coló” al euskera y al gallego. El primero, porque si se daba luz verde al idioma catalán era probable que el PNV también pidiera lo suyo. En cuanto al gallego, al Gobierno le importa un bledo lo que ocurra en Galicia.
La UE se ha resistido siempre porque entre sus miembros suman medio centenar de lenguas regionales que exigirían el mismo trato que las españolas, lo que convertiría a las instituciones europeas en un guirigay, se dispararía el presupuesto comunitario con el coste en traducciones y, además, crecidos por el reconocimiento de su idioma, los partidos nacionalistas, algunos de ellos radicales, se sentirían con fuerza para potenciar sus reivindicaciones, entre las que siempre se encuentra, como poco, un estatus de autonomía frente al poder central.
Habrá que ver ahora cómo reacciona Puigdemont, porque dio de plazo a Sánchez hasta septiembre para que solucionara dos asuntos: que el TC se pronunciara para que se aplicara la amnistía a los condenados en el procés y también a Puigdemont. Segunda exigencia, el reconocimiento del catalán. Lo primero se da por hecho, tendría que ocurrir un milagro para que Pumpido no lograra su objetivo de que los condenados se vieran beneficiados por la amnistía. Lo segundo en cambio está por ver. La retirada de la propuesta es significativa, aunque el Gobierno intenta disfrazarla con que responde a la falta de respaldo de un puñado de países. No es cierto: esta vez la UE ha dicho “no” a Pedro Sánchez. Habrá que estar atentos al futuro: distintas instituciones europeas tendrán que pronunciarse sobre los recursos presentados ante las maniobras de Gobierno y PSOE para sortear la aplicación de la Justicia a familiares, altos cargos y colaboradores de Pedro Sánchez.
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