Quousque tamdem

Luis Chacón

luisgchaconmartin@gmail.com

El frente eurovisivo

Hace años que Rusia apostó por Eurovisión. Por participar y por ganar. Este año el festival lo ha ganado Ucrania

En la guerra no sólo se lucha en la línea de combate. Hay, además de un frente interior, otro, mucho mayor, que es el de la opinión pública internacional. Sobre todo, desde que los medios de comunicación nos hacen partícipes de cada minuto de la contienda. Por eso, una buena propaganda es fundamental para la victoria. Recordemos como el poema de Lord Tennyson -Por el valle de la Muerte cabalgaron los seiscientos- convirtió en una heroica proeza el error garrafal del botarate de Lord Cardigan en Balaklava. Y si pensamos en la impresionante operación de propaganda que fueron los Juegos Olímpicos de Berlín -vean Olympia de Leni Riefenstahl- o los de Moscú, comprenderemos como los regímenes totalitarios hicieron lo imposible para vender al exterior las supuestas bondades de sus tiranías.

Por eso, cuando se anunció la expulsión de Rusia del Festival de Eurovisión, quienes no miran más allá de sus narices no comprendieron la carga de profundidad que esa decisión, aparentemente fútil, suponía. Supongo que tras el triunfo de Ucrania, gracias al apoyo más que masivo del voto popular, lo hayan entendido. El régimen ruso tiene escasos apoyos y simpatías en Occidente: cuatro comunistas desinformados y nostálgicos de la URSS y las hordas de nacionalistas furibundos de cada patinillo que anhelan seguir el ejemplo del señor Putin. Pero los oropeles no ocultan la realidad de un régimen autocrático y en el que la democracia no es ni una formalidad despreciada. Hace años que Rusia apostó por Eurovisión. Por participar y por ganar. ¿O no lo comentamos en cada edición? Todas las dictaduras, aun mintiendo, insisten en demostrar fuera de sus fronteras la adhesión inquebrantable de sus ciudadanos y a estos, cuán grande es su importancia mundial. Lo que para nosotros puede resultar banal y hasta ridículo, no lo ha sido en Rusia. Cuando en muchos de sus hogares dejaron de ver en televisión la Champions, la F1 y ahora Eurovisión, empezaron a preguntarse el porqué de ese aislamiento internacional.

En Ucrania, en cambio, sus ciudadanos han sentido el apoyo popular internacional expresado de un modo, quizá frívolo, pero tan abrumador como evidente. Y externamente, algo tan banal como un festival musical sin mayor trascendencia, vuelve a dejar claro a los gobiernos occidentales con quien están las simpatías de sus ciudadanos. Y es que en política, mucho más en diplomacia, los gestos son fundamentales

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