NOTAS AL MARGEN
David Fernández
Un milagro por Navidad: salvemos al país
India Martínez, con esa gracia que tiene, porque la tiene, es la que le dio al botón para que se encendieran las luces y la música de Cruz Conde, que hasta allí nos plantamos Soraya, Cayetano y yo, y eso que el día estaba más de castañas y brasero. Pero como nos gustan tanto nuestras cosas, allí que estuvimos.
Yo sé que esto de las luces de la Navidad no gusta a todo el mundo, por muy distintos motivos. Unos dicen que esto es un gasto de dinero, que se paga un montón de electricidad porque se ponen bombillas tela marinera. Otros dicen que sólo se decoran las calles del centro de Córdoba, y que en muchos barrios hay poco o nada. Mi San Agustín, por ejemplo, está bonito, pero en nada se puede comparar con todo lo que ponen en Las Tendillas o en Cruz Conde.
Y eso es una realidad que nadie puede negar, seamos sinceros. Las cosas claras y el chocolate bien caliente, y ya creo que me he confundido otra vez con el refrán, aunque todo el mundo se ha enterado de lo que quiero decir, me parece a mí. En cualquier caso, el centro se ha quedado la mar de bonito, demasiado dorado para mi gusto, pero yo de estas cosas entiendo lo justo, por no decir nada de nada, para qué nos vamos a engañar. Y yo reconozco que me gusta, porque me gusta la Navidad, con todos sus pesares, que los entiendo, y que son muchos, pero para mí es un tiempo bonito.
Que me sigo acordando de cuando íbamos con mi padre en el 124 a la sierra a coger monte, que es una expresión que ya nadie usa, porque ya nadie hace eso, coger monte, sobre todo porque está prohibido, que te ponen una multa de las muy gordas, y también me acuerdo de cuando íbamos a la plaza del Alpargate a comprar un pavo en aquel corral que montaban, que es como si lo estuviera viendo. Ay, los pobres pavos, las caras que tenían.
En fin, que ya estamos en el puente, que este año ha sido menos, y en casa de mi hermana ya tenemos el portal y el árbol montados, que acabamos de terminar la faena. Y la flor de Pascua también la tenemos, que cuando era niño esto sí que no se estilaba. Pero los tiempos cambian, pero en el fondo la Navidad sigue siendo la misma. O eso quiero pensar. Hasta la semana que viene.
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