NOTAS AL MARGEN
David Fernández
Un milagro por Navidad: salvemos al país
Cuando nos comemos las uvas al ritmo de las campanadas nos cuesta acostumbrarnos al nuevo año, tanto que más de una vez escribimos el anterior en los papeles. Y cuando ya te has hecho a la idea del año que es, se acaba, eso es lo que me está pasando, de verdad, que hasta hace nada dudaba si seguíamos en el 25, y ya vamos a estar en el 26.
No digo yo que eso que me pasa a mí sea normal, pero se lo he contado a mis familiares y amigos y a casi todos les pasa, aunque puede ser que sea por darme la razón, que tampoco me extrañaría. Y es que cuando llegan estas fechas decimos muchas frases que repetimos un montón de veces. Como eso de que se me ha pasado el año volando, o que parece que hace nada estábamos guardando el Belén y el árbol, y más cosas de por el estilo.
Yo, la verdad, todavía no sé si es bueno que los días pasen volando o que lo hagan más despacio, aunque yo creo que si van rápidos es porque mal, precisamente mal, no lo estás pasando, porque si estuvieras mal la cosa iría más lenta, o eso es lo que yo creo. Lo cierto es que a mí los años se me pasan volando, y la verdad es que me da coraje, no miento, que me gustaría que fuera la cosa más despacio, más enterarme de todo, más disfrutarlo, y no sé si me estoy explicando del todo.
Pero lo mismo que digo esto, también digo que me encanta la Navidad, a pesar de todos los pesares, y que son muchos. A pesar de que sea todo gastar dinero, hasta el que no tienes, a veces en pegoletes. A pesar de echar de menos a las personas que quieres, como son mis padres. A pesar de que ya nos pasamos siete pueblos celebrando comidas y demás historias, que ya no sé de que no se van a celebrar comidas de Navidad, que ya las celebramos de todo y algo más. De amigos, de trabajo, de cofradías, de vecinos, de todo. Y menudos precios que les ponen en los restaurantes, de coco y huevo, que te dejas medio bolsillo o más ahí.
En fin, que a pesar de todo esto y algo más, me gusta la Navidad, y más si estoy cerca de mi gente, en mi San Agustín, y en mi Córdoba bendita, que no creo que haya mejor sitio en el mundo para pasar la Navidad y lo que haga falta. Hasta la semana que viene.
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