La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

Los cuervos de la pandemia

¿Cómo se iban a privar los estudiantes del dichoso viaje de fin de curso con los sacrificios que han tenido que sufrir?

Las crónicas con cientos de estudiantes afectados por el coronavirus directa o indirectamente en los viajes de fin de curso invitan a reflexionar sobre los conceptos de necesidad y oportunidad. La verdad es que no extraña nada que tantísimos jóvenes hayan osado salir de viaje en grupos cuando la pandemia no ha terminado. Si no hay movimiento, siempre hay alguien que se queda sin hacer caja. Por eso nunca faltará quien promueva el movimiento, quien cree la necesidad. ¿Eran necesarios los viajes tras el curso más delicado que hemos sufrido en décadas? Un curso que, además, ha requerido de tantos sacrificios y esfuerzos. Y que ha tenido un resultado como para sentirnos orgullosos como sociedad, cosa que no es muy frecuente. Al final la pata se ha metido con los dichosos viajes, no con las cientos de horas de clases que se han compartido en miles de colegios de toda España. Cuando menos es revelador. Ocurre que esta pandemia no sólo provocó la paralización del mundo por primera vez, sino que puso en jaque a la sociedad de consumo que nos vendió durante muchos años que teníamos derecho absolutamente a todo, incluido por supuesto el derecho a vivir por encima de nuestras posibilidades. Nadie tenía ni tiene por qué renunciar a nada, ni privarse de nada, ni sacrificar nada. ¿Por qué habrían los estudiantes de quedarse sin el viaje de fin de curso este año? Han muerto miles de personas, hemos estado meses distanciados, encerrados, restringidos, limitados y con el miedo en el cuerpo. Pero hace tiempo que muchos han declarado por terminada la pandemia, porque así lo necesita la sociedad de consumo sin que nadie, al parecer, ponga cordura, sensatez y orden. La sociedad de consumo no admite disciplinas, exige pistas para los artistas. Hemos pasado del no se prive del chalé de sus sueños porque su familia merece lo mejor, pregunte por nuestras magníficas condiciones de financiación, al su hijo tiene derecho a viajar porque ya ha estado demasiado tiempo sufriendo la criatura. Antes las condiciones duras te hacían más fuerte, se elogiaba que en la adversidad es cuando se daba lo mejor de sí. Ahora parece que cualquier mínimo sacrificio debe ser triplemente compensado. No era el momento de llenar autobuses o aviones para periplos de ocio, como no lo ha sido ni lo sigue siendo para ferias, romerías, procesiones, toros o partidos con los estadios repletos. Pero han sido tantos años disfrutando del cuerno de la abundancia, tantos años de crianza de cuervos que cualquiera exige a los chicos un esfuerzo titánico como limitarse a viajar en familia, a la playa de siempre y sin formar grupos. ¡Héroes que lo han aprobado todo!

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