En tránsito
Eduardo Jordá
Opositar
Las dos orillas
Tiene gracia que lo más señalaíto de Fitur haya sido el encuentro informal que mantuvieron un presidente autonómico del PSOE y tres del PP. La reunión de Emiliano García-Page (Castilla La Mancha) con Juanma Moreno (Andalucía), Carlos Mazón (Comunidad Valenciana) y Fernando López Miras (Murcia) no parece que surgiera por casualidad. Incluso fueron apartados del encuentro la presidenta de Extremadura, María Guardiola, y el presidente de La Rioja, Gonzalo Capellán, ambos del PP, que pugnaban por salir en las fotos y las imágenes de televisión. Pero no les permitieron el minuto de gloria. ¿Por qué? Porque no tenían velas asignadas para ese entierro político.
Hay diversas formas de ver la reunión. La principal: Andalucía, la Comunidad Valenciana, Castilla La Mancha, y Murcia (en menor medida) forman un frente común para la financiación. Recuerden que Juanma Moreno mantuvo otra reunión muy comentada cuando el presidente valenciano era el socialista Ximo Puig, del que se rumoreó que sería ministro en el actual Gobierno sanchista, y que ahora ha criticado a Emiliano y se ha desmarcado de las críticas a la amnistía. Es decir, conviven en un contubernio territorial, porque son las autonomías peor tratadas en el reparto.
Pero el contenido de la charla, que ha sido reproducido, dejó claro que existe cercanía política, además de la financiación. Emiliano García-Page es de los pocos que le quedan al PSOE por el centro izquierda, después de haberse entregado a la extrema izquierda y los independentistas para que Sánchez siga en la Presidencia. Y Juanma Moreno es el más centrado que le queda al PP, después de que hayan forzado a Feijóo (a su pesar) a pactar cargos regionales con Vox por las presiones madrileñas. A nadie se le escapa que en un futuro hipotético, con los extremismos desmejorados, un PSOE liderado por Emiliano podría acordar los grandes asuntos de Estado con un PP liderado por Feijóo (si es capaz de resistir) o por Juanma (si diera el paso más adelante y se impusiera al ayusismo). No obstante, esa distopía hoy resulta utópica. Porque para llegar ahí, si es que se llega, este país debería afrontar antes un gran fracaso colectivo, con riesgo de desastre. Una crisis que obligue a la catarsis.
Por eso, no disparen a Emiliano. Salvarlo debe ser un objetivo para los que quieren una España moderada y en paz. También para el PSOE, porque es su alternativa al sanchismo. Y también este pasará.
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