Siete años han transcurrido desde que el afamado arquitecto holandés Rem Koolhaas presentara en el Alcázar de los Reyes Cristianos de Córdoba el proyecto ganador del concurso internacional de ideas convocado con el fin de dotar a la antigua capital del califato de un centro de congresos acorde con su categoría y trascendencia. El lugar escogido era en la otra ribera del río, en Miraflores, justo al lado del Centro de Arte Contemporáneo proyectado por la Junta de Andalucía. Si Bilbao tenía el Guggenheim, Córdoba tendría el Palacio del Sur, que además de espacio de congresos incluiría hotel de cinco estrellas y tres auditorios, entre otros servicios. El emblemático edificio, a construir en sustitución del no poco cacareado Centro de las Tres Culturas de Rafael Merino, constituiría un activo más para la cultura y los servicios de nuestra ciudad que -como machaconamente se ha reiterado desde la oficialidad-, sin competir con la antigua Mezquita y actual Catedral, enriquecería notablemente su entorno.

Problemas jurídicos surgidos tras la adjudicación provisional del proyecto y el no del todo explicable incremento del coste de ejecución, entre otras cosas, por las pésimas previsiones realizadas, unido a la evidente falta de financiación, han determinado la suspensión del proyecto original. Recientemente, un alto séquito de representantes políticos del cogobierno local peregrinó a Rotterdam a entrevistarse con el arquitecto holandés para, siete años después, modificar el proyecto y hacerlo más económico, abaratarlo, en definitiva. Han ido a encargarle otro proyecto, porque el ganador del concurso definitivamente se ha abandonado. ¿Ante qué formula, pues, de las previstas en la Ley de Contratos del Sector Público nos encontramos? ¿Se trata de una modificación sustancial de las condiciones del contrato original? ¿Qué equipamientos de los inicialmente previstos van a suprimirse? La comitiva municipal desplazada a Holanda ¿ha actuado siquiera como mesa de contratación, o simplemente se ha organizado un viaje y un encuentro informal de la señora alcaldesa y otros miembros del cogobierno para convencer de buen rollito al arquitecto a fin de que abarate costes? ¿A cambio de qué?

Y es que todo lo relacionado con este asunto del Palacio del Sur, además de lamentable para la ciudad y su desarrollo, amén de ruinoso para las arcas municipales, resulta ser también bastante pintoresco, evidenciando a la vez el fracaso en la gestión política y, también, porqué no decirlo, técnica. ¿Cuántos arquitectos, economistas y jurídicos tienen en nómina la Gerencia Municipal de Urbanismo, Proyectos de Córdoba siglo XXI (PROCÓRDOBA) o la Sociedad de Viviendas de Córdoba (Vimcorsa), sin contar los del propio Ayuntamiento, Entidad Local a la que pertenecen estos organismos y empresas? No se alcanza a entender por qué a lo largo de todos estos años no se ha constituido un equipo multidisciplinar que estudiara el coste del proyecto y las fórmulas de financiación adecuadas, su reestructuración, su forma de gestión o explotación. ¿Culpa o negligencia? Sólo tras el clamor mediático y de los agentes económicos y sociales de la ciudad, y más tímido de sus habitantes, después de tanto tiempo transcurrido y de tantas oportunidades perdidas, se les ocurre a nuestros regidores hacer ahora un viaje para visitar al ganador del concurso internacional y pedirle que rectifique su proyecto original.

La verdad es que da un poco de vergüenza. Pero, sobre todo, nos preguntamos ¿quién responde del tiempo perdido, del dinero empleado improductivamente, del gasto que implica un nuevo proyecto, de la posición que, por esta y por muchas más razones, nos ha sido ganada por ciudades hermanas en los tableros de los congresos, de la cultura y, en definitiva, del desarrollo económico de la ciudad? Al parecer, nadie por el momento, de modo que pueden continuar pregonando ¡Está barato! ¡Está barato! Desde luego que es barato tirar con pólvora del rey. Lo malo es que te salga el tiro por la culata.

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