El presidente de Ucrania es ahora la némesis del mal. Como en los cómics, no hay héroe sin villano. Primero, un villano conocido le dio la cara y, luego, reconocimos al héroe. La principal derrota de Putin hasta el momento, con independencia del curso de la guerra, es la imagen. Y en ese combate el ganador claro es el presidente Zelenski.

Poco sabíamos de él hace nada. Antes de esto, Ucrania nunca fue protagonista. Quizás recordamos aquel presidente apuesto que, de la noche a la mañana, apareció con la cara deformada por un picaviruelas tremendo, Yushenko. No era del agrado de Moscú. Parece que fue una toxina. Sí, apunta al malo. Quizás también alguno se acuerde de Julia Timoshenko. Fue primera ministra con el anterior, después acusada con Yanukovich en el poder y liberada en la revuelta del Maidán, que le depuso. Es la mujer rubia aquella de trenzas sobre su melena. Ahora, todos tenemos la sensación de saber qué paso en la revuelta del Maidán, pero en 2014 muy pocos, en verdad, estuvieron pendientes de aquello y nada ocurrió, nada absolutamente, con la anexión de Crimea por Rusia y el estallido separatista del Dombás, este de Ucrania del que hoy abundan expertos. En aquel momento, Ucrania tenía el índice más bajo de aprobación de su clase dirigente. En aquel contexto, un perfecto desconocido para el mundo, licenciado en Derecho antes que actor, que habían protagonizado una serie de éxito allí, Siervo del Pueblo, se presentó a las elecciones y arrasó en segunda vuelta.

La división izquierda-derecha en Ucrania, y en muchos países del Este, no es fácil ni opera del mismo modo que para nosotros. Zelenski era un outsider, claramente pro-ucraniano, y marcadamente pro-atlantista y europeísta. Desde luego, no era nazi, como arguye la propaganda de Putin. Zelenski es judío y rusohablante de origen. Su mandato no era brillante hasta el momento y su popularidad bajaba, fundamentalmente por la lentitud de una política de balones fuera frente a una corrupción sistémica, aunque anecdótica respecto a Rusia. Pero la guerra que le ha plantado Vladimir a Volodímir lo ha encumbrado, al mismo ritmo que ha destruido la escasa imagen del villano. Héroe Zelenski incluso a su pesar.

Si simplificamos mucho la percepción, que es, como tantas veces he repetido, la primera verdad de la política, un agresor viejo, esquivo (no sale), megalómano (traje caro, distancia enorme) y mentiroso (tranquilos, no haré nada) abusa de un agredido joven, presente (no para), humilde (verde caqui, abrazo y sonrisa) y sincero (ayuda, nos mata). La batalla puede darse, pero Putin la tiene perdida. Una guerra de agresión que iba a ser corta aguanta más de un mes. Contra pronóstico, Putin no gana, aunque mata. Contra pronóstico, Zelenski ya tiene un sitio en la historia contra la infamia.

Mi padre decía que la única fortuna que tenemos frente a los malos es que son tontos. Razón tenía. ¡Aguanta Ucrania!

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