Puede parecer una protesta más, otra en la que los agricultores son los protagonistas, pero no por eso la gravedad del asunto debe diluirse. El precio del aceite de oliva está cayendo en picado y eso es una mala noticia para el sector y para la provincia en general, porque son miles las familias que tienen en este cultivo su sustento. Cierto es que las organizaciones agrarias deben modificar muchas cosas a nivel interno y recuperar la credibilidad, aunque lo urgente ahora es que los gobiernos -y sobre todo la UE- sean conscientes de que esta tierra se juega su futuro si no da estabilidad a los mercados.

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