La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

Igual hay que votar otra vez

La presidencia del Congreso seguirá en manos del PSOE, pero la investidura peligra y la razón se ubica en Waterloo

La semana que viene el PSOE se hará con la presidencia del Congreso de los Diputados tras pactar con los partidos nacionalistas la composición de la Mesa, cediéndoles algún puesto y asegurando que los catalanes Esquerra y Junts disfruten de los beneficios políticos y económicos de poder formar grupo parlamentario propio. No reúnen los requisitos que impone el reglamento de la Cámara, que otras veces ya se ha aplicado con flexibilidad. Todo correcto, normal y legítimo.

La sesión constitutiva del Congreso suele indicar por dónde irá más tarde la sesión de investidura del presidente del Gobierno. Las alianzas y pactos que en ella se reflejan prefiguran el debate de investidura y su resultado. En esta ocasión, sin embargo, parece más complicado el automatismo. Pedro Sánchez sacará adelante la Mesa del Congreso que desea, pero su renovación como presidente del Gobierno presenta mayores dificultades.

La razón se localiza en Waterloo. Dado que la minoría mayoritaria que puede aglutinar Feijóo es de 172 diputados, a cuatro de la mayoría absoluta, Sánchez solamente la superaría si cuenta con los votos de ERC y algunos o todos los de Junts. Pero mientras ERC persiste en la vía posibilista del independentismo institucional y dialogante, Puigdemont da señales continuas de todo lo contrario: no respaldará la investidura si Sánchez no se compromete a conceder la amnistía y el referéndum de autodeterminación. Que haya elecciones el año próximo en Cataluña aleja aún más a los dos hermanastros/competidores en la secesión catalana.

Cierto que el actual presidente ha acreditado ampliamente que es capaz de todo. La amnistía puede convertirse en su nuevo cambio de opinión (que no mentira). Ya hay algunos constitucionalistas estudiando interpretaciones que darían cabida en la Constitución a una amnistía exclusiva para los independentistas procesados y los fugitivos. Pero por más vueltas que le doy no consigo imaginar cómo podría autorizarse un referéndum para que los ciudadanos catalanes, y sólo los catalanes, decidan el futuro de Cataluña y España. Llámese consulta, vinculante o no vinculante, con pregunta pactada o sin pactar, con Estatuto nuevo o con el vigente... la Constitución es estricta: la soberanía nacional reside en el pueblo español en su conjunto. Ni el PSOE ni todos sus aliados juntos tienen fuerza para alterar esto. Hasta Sánchez tiene límites.

Si Puigdemont no cambia, el horizonte de una repetición electoral ya no está tan lejos.

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