Confabulario
Manuel Gregorio González
Ultraderecha
En tránsito
Después de Grecia, España es el país de la Unión Europea donde más se estanca la comprensión lectora entre alumnos de 15 y 27 años. Lo acaba de demostrar un nuevo estudio -uno más-, pero ninguna autoridad educativa ni ningún experto se ha tomado la molestia de explicar por qué ocurre esto y qué está pasando aquí. Uno de los problemas más graves que tenemos es que nadie analiza el impacto -ya sea positivo o negativo- que tienen las leyes que promulgamos con inusual alegría. España es uno de los países del mundo donde más se legisla -tenemos 17 legislaciones distintas-, pero a pesar de esta avalancha de leyes y órdenes y normativas, nadie se dedica a comprobar si estas leyes cumplen su función o han fracasado; si son simple propaganda inútil o si en cambio sirven para mejorar la vida de los ciudadanos.
El hecho de que nuestros alumnos tengan una pésima comprensión lectora debería ser un motivo de preocupación nacional, pero todos sabemos que no pasará nada y que las cosas se dejarán pasar como si nadie hubiera avisado del problema. Y el problema es muy grave. Hay universitarios incapaces de redactar una frase con un mínimo de coherencia lógica. Y hay universitarios que escriben con innumerables faltas de ortografía. El otro día, en un rótulo de una televisión, salió escrito que el rey acababa de recibir "la medalla de horo de Andalucía". Sí, han leído bien: "horo", con hache. Lo preocupante es que ese rótulo lo debió de escribir un licenciado universitario en prácticas. Que este becario cobre una miseria por su trabajo no debería eximirle de su obligación de escribir bien.
De todos modos, no debería extrañarnos que ningún político se tome en serio la pésima comprensión lectora de nuestros estudiantes. Hay poderosas razones para que las cosas sean así. Con ciudadanos incapaces de redactar una frase mínimamente lógica es más fácil utilizar toda clase de engaños y mentiras (y nuestros políticos, con Pedro Sánchez a la cabeza, se han especializado en urdir una red interminable de engaños y mentiras). A nuestros políticos les interesan los ciudadanos que no sepan entender el significado de una frase compleja. Les interesan los ciudadanos desprovistos de memoria. Les interesan los ciudadanos dóciles, ilusos, crédulos. Y esos ciudadanos los vamos fabricando a montones. Y cada día más. Y mejores.
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