Un día en la vida

Manuel Barea

mbarea@diariodesevilla.es

Café para nadie

El PP va a meter las tijeras en sus 'gastos hormiga' para intentar su reflotamiento financiero y evitar dos despidos

Qué sería de la vida política española sin cafeína? Poca cosa. Casi nada. Buena parte de esto que tenemos ahora se cimentó sobre posos de café para todos, lo que con el tiempo parece que ha quedado como una convidá desmesurada. Pero el filtro está ya cascado y la zurrapa se desborda. Somos incapaces de hacernos con una cafetera (política) moderna. Y están esos recalcitrantes del café de puchero. Por lo demás, ahora igual pasamos por períodos descafeinados que por otros demasiado cargados. Y hasta de achicoria. Ni que decir tiene que lo de la no investidura de Pedro Sánchez ha sido de Cortado Gigante. Y en dos tazones.

Tan importante es el café en la política de este país que va a ser determinante en los intentos de reflotamiento financiero del PP. Al final, como siempre, no es la política, sino la economía. En la sede nacional del partido, en la calle Génova de Madrid, había siempre café para todos. Y lo que es mejor: gratis. Pues se acabó. A partir de ahora, quien quiera café que se lo pague. 45 céntimos. A muchos les parecerá una minucia, pero los contables del PP han hecho cuentas -esta vez parece que sin caja B- y tras multiplicar la cifra por el número de vasos que se sirve el personal al año el resultado les da para evitar al menos dos despidos, no llegar a treinta y esquivar así un ERE. Pasar de 137 a 66 diputados ha llevado al PP, entre otras cosas, a dejar de percibir 15 millones de euros anuales en subvenciones. Desde luego, más que para café están para tila. O directamente para el lingotazo a palo seco (recuérdese el contundente digestivo con el que Rajoy se ayudó para pasar la acidez de la moción de censura que lo mandó al Registro).

Y así la derecha, con su reforma laboral, su reducción fiscal y sus recortes sociales como jácenas de lo que llama "prosperidad" -mayormente la de quienes han sido prósperos desde la cuna-, ha optado ahora, en su casa, por pasarse de la ingeniería al bricolaje financiero. Ha preferido olvidar la alegoría del elefante al que tanto aludió el jefe, Pablo Casado, en la sesión de investidura e ir a lo minúsculo, pero esencial: el PP va a meter las tijeras en sus gastos hormiga -el café gratuito en Génova, entre otros-, cuyo control se presenta en este mundo postcapitalista como una fórmula perfecta para el ahorro. De esa forma, el partido va a salvar el puesto de dos curritos. No los mandará al paro. Eso sí, el café que se lo paguen ellos. Y que no se olviden de dar las gracias.

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