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Cien años...
Aunque ya lo venían anticipando desde que las encuestas se giraron a mediados de septiembre, las bolsas estadounidenses han recibido positivamente la contundente victoria republicana poniendo en precio por el momento sus aspectos más positivos, como las rebajas de impuestos o una mayor laxitud regulatoria.
Sin embargo, no hay que perder de vista la reacción de los mercados de renta fija, con una reacción más congruente con los efectos no tan positivos que conllevarían una imposición generalizada de aranceles que reavivaría las presiones inflacionistas, y un mayor déficit público que aceleraría la acumulación de deuda pública.
Esto se ha traducido ya en un reajuste de la senda esperada de recortes de la Fed (que ahora se descuenta que se parará cerca del 4,0%) y en una significativa elevación de la curva de tipos, con los inversores exigiendo una mayor prima por financiar a largo plazo al Tesoro de EEUU.
Esto amenaza con volver a encarecer la financiación y con lastrar el crecimiento, y podría ejercer una presión bajista sobre los múltiplos bursátiles. Tampoco el efecto sobre los beneficios empresariales de las propuestas electorales sería inequívocamente positivo, ya que muchas empresas podrían verse obligadas a absorber en sus márgenes parte de los aranceles, o soportarían mayores costes salariales si se reduce la inmigración.
No conviene olvidar que renta fija y renta variable compiten por atraer nuestros ahorros. Que aumente la rentabilidad de la primera mientras se encarece la segunda puede hacer que este “efecto champán” pierda fuerza, a la espera de que se concreten las medidas y se puedan evaluar sus impactos netos.
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