Es desbordante la producción de espacios deportivos en las plataformas de pago aunque siempre nos queda la impresión del exceso de cobertura sobre los de siempre, Real Madrid y Barcelona, en las cadenas nacionales en abierto. El deporte es extenso y la pantalla infinita que llevamos en el móvil se ha adaptado a todas las disciplinas, a todas las aficiones, a todos los aficionados. Siempre hay un encuentro o una competición a la medida. Es tal despliegue de las plataformas y el detalle que se hace en webs especializadas que todo ésto habría sido un sueño inaudito para la generación anterior de forofos, cuando Teledeporte no era un canal sino un suplemento a medianoche de quince minutos. Por allí debutó un tal Vicente Vallés, que anda ocupado con el debate.

Un retrato del deporte de aquella época se halla en el reportaje La huella de Fernando, la última entrega de Informe Robinson, en Movistar +. El equipo del animoso Michael elabora un monográfico sabroso y emocionante sobre Fernando Martín, la malograda estrella del baloncesto español que tuvo una pionera y efímera aventura por la NBA, suficiente para despertar aún más el interés de nuestro país por la canasta tras la plata olímpica de Los Ángeles. Fue el guía de toda la infantería de calidad que de las canchas españolas pasó a las estadounidenses en este siglo.

Martín pertenece al baloncesto descubierto en las encendidas retransmisiones de TVE con Pedro Barthe, relevo de otro malogrado, Héctor Quiroga. Partidos de domingo por la mañana en Tiempo y Marca, tras la misa y Gente joven, y la ventana de los sábados por la tarde, con los carruseles radiofónicos de este deporte estrenados a mediados de los 80, al nacer la ACB. Martín y sus duelos con Audie Norris animaron los primeros años de la renovada liga. Informe Robinson rescata a este jugador y comparte cena con Corbalán y Romay, quienes junto a Epi o Jiménez fueron los que gestaron el éxito fenomenal de ahora, cuando baloncesto se desparrama (y se difumina) entre la avalancha diaria.