VAIANA 2 | CRÍTICA
Vaiana sigue deslumbrando: segundas partes pueden ser buenas
firmado: mister j.
Al ritmo que va la cosa, se puede afirmar que este es el año de Raúlo Cáceres. Si no me equivoco, son tres los libros que han visto la luz en nuestro país en los últimos meses, todos publicados por EDT (antes Glénat), que se ha convertido en algo así como en la segunda casa del autor cordobés, después de la estadounidense Avatar. Primero fue Psicópata, el volumen 3 de la descacharrante e hiperviolenta serie de infestados Crossed, escrito nada menos que por David Lapham, y luego El capitán Swing y los piratas eléctricos de la isla Cenicienta, una fantasía steampunk con guión de otro nombre propio de la industria reciente del cómic, Warren Ellis. Y uno y otro son estupendos trabajos, visualmente poderosos, pura constatación del talento del dibujante.
Aunque puestos a elegir, este tercer libro recién paridito, es de largo el más interesante. Con el título genérico de Libertinas, el grueso tomo de 600 páginas compila y reedita a un precio de fábula cuatro títulos que dan la medida del mejor Raúlo: Aguas calientes, Justine y Juliette,Cuentos mórbidos y Elizabeth Bathory, esto es -y cito la biografía incluida en el propio volumen-: "la edición definitiva de toda la obra porno de Raúlo, recopilada y corregida, para deleite de aquellos sibaritas del género que piensan que otra pornografía es posible". El formato del libro se ha disminuido con respecto a aquellos monográficos que tuve el placer de editar en Berenice, y se ha escogido un papel de menor gramaje, pero la impresión de los negros sigue siendo estupenda y las imágenes no pierden un ápice de calidad. El tamaño reducido permite además observar atentamente las espectaculares composiciones de página, y las viñetas más primerizas, las de Elizabeth Bathory, salen ganando allí donde algunas imágenes de Aguas calientes se resienten un poco por la densidad y abigarramiento de la línea. Una de las ventajas de disponer de todos estos trabajos en un solo volumen es que permite apreciar la evolución del arte hermoso, sofisticado y arriesgado de Raúlo, y otra es la constatación de la enorme coherencia del trabajo gráfico e ideológico del artista, que se atreve con todo -como Sade, una de las figuras de referencia de Libertinas, versionado explícitamente en Justine y Juliette-, y, por lo tanto, no es para todos los públicos.
Me siento honrado de haber participado en Libertinas con un pequeño prólogo, a petición del autor, del que me gustaría citarles unas líneas: "[El estilo de Raúlo] es un compromiso contra la intransigencia (…). Su puesta en escena busca siempre innovar, romper los esquemas establecidos. Y paradójicamente busca también la belleza, con el fulgor de dos elementos que se destacan sobre el resto: la composición de página y el entintado; ductilidad y plasticidad. De lo primero, Raúlo es un maestro, capaz de torcer las formas y alumbrar recursos inesperados, que invitan a una lectura consciente de las estructuras y mecanismos lingüísticos del cómic. Lo segundo, con todo su apabullante esteticismo, tiene la fuerza y la frescura del amateur y la obsesión del enamorado. Los dos juntos, sumados a un personal storytelling, confirman a un autor irrepetible". ¿Qué más? Ah, sí, la cosa va de follar sin descanso, por si a alguien no le ha quedado claro.
·firmadomisterj.blogspot.com
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