"La saeta transmite al cofrade vivencias que se quedan grabadas"
Flamenco
Como cofrade, costalero y capataz, José Peña considera que no se podría concebir la Semana Santa sin la saeta y defiende los lugares "castizos" para escucharlas
Desde principios de los años 80 lleva José Peña vinculado a la Semana Santa como costalero y desde hace varios años también como capataz. Conocedor del mundo cofrade cordobés y de lo que representa la Semana de Pasión, Peña es el capataz de La Caridad, cofradía que mañana hará su estación de penitencia desde la iglesia de San Francisco.
-¿Cómo recibe el costalero una saeta?
-En la Semana Saeta son muchas las sensaciones que uno recibe: sonidos, olores…, y la saeta. La saeta bien cantada siempre le gusta al costalero porque en definitiva es un sentimiento de rezo hecho oración. La saeta ha transmitido normalmente a los que somos cofrades o los que hemos empezado desde el mundo del costal vivencias que se te quedan grabadas.
-¿Le resulta difícil como capataz tomar la decisión de no parar el paso cuando surge una saeta?
-Muchas veces no se sabe decidir bien dónde se debe cantar una saeta, porque hay que tener en cuenta que las cofradías nos regimos por unos horarios. Desde mi papel de capataz lo que más me fastidia es tener que seguir hacia delante cuando alguien ha comenzado a cantar una saeta, sin poder parar el paso y escucharla; pero esos saeteros tienen que comprender también que no es por cuestiones personales de quien lleva el paso, sino porque hay que cumplir unos horarios. Yo digo siempre que la saeta ideal es en un barrio, a la hora de llegada de un paso; son momentos en los que el saetero puede cantar con más tranquilidad y tanto las personas de afuera como el costalero pueden escuchar con mayor atención.
-¿Dónde se puede disfrutar escuchando saetas?
-En lugares muy castizos de Córdoba, por ejemplo en Santa Marina, en la esquina del bar Obispo, donde se han cantando siempre muy buenas saetas. En Santa María de Gracia, donde recuerdo a La Talegona cantándole al Esparraguero. Otro lujo es escuchar a El Pele en San Lorenzo, cuando le canta al Cristo de Ánimas. A los hermanos Ordóñez me ha gustado también escucharlos cuando le han cantado al Cristo de la Humildad, a la altura de San Miguel, donde son bastantes los saeteros que cantan desde el balconcito de la taberna El Pisto. Son muchos los lugares y saeteros que podría citar. Por ejemplo, yo con el Cristo de la Caridad tengo que parar por fuerza bajando la calle Claudio Marcelo, en el giro con Diario Córdoba, porque se me pone el vello de punta de la saeta que cantan todos los años allí.
-¿Existe buena armonía entre el saetero, la banda de música y el capataz?
-Creo que está todo unido. El de la banda sabe apreciar a un saetero cuando el paso se aminora y se pone a tocar en caja de palillos para que la saeta se pueda escuchar sin problemas. En ese aspecto hay buena armonía, lo que pasa también es que hay saetas y saetas, partiendo de que todas para mí tienen el mismo respeto. Se nota cuando quien canta es un cantaor flamenco y cuando no lo es. Hay personas que no llegan a transmitir nada a pesar de ponerle todo el corazón. En esos momentos tienes que tener la cabeza muy fría para poder levantar el paso y llevarlo poquito a poco hasta que ya te dejas al saetero atrás.
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