La música que explica una ciudad
La Orquesta de Córdoba, con José Luis Temes al frente, y Pablo Sáinz Villegas estrenan el 'Concierto de Córdoba' de Tomás Marco en la cita inaugural, que también incluyó obras de dos compositores del exilio.
Córdoba ya tiene su concierto para guitarra y orquesta. Compuesto por Tomás Marco, fue estrenado ayer en el Gran Teatro por la orquesta de la ciudad, dirigida por José Luis Temes, y el riojano Pablo Sáinz Villegas como solista. Una obra que trata de captar esencias históricas, culturales y patrimoniales de la mano de Luis de Góngora. Llena de contrastes y tensiones sonoras, protagonizó el concierto inaugural del 32º Festival de la Guitarra en un coliseo que registró en torno al 70% de ocupación.
Pero la cita ofreció muchos alicientes al margen del Concierto de Córdoba, obra de encargo que marca una nueva línea de programación del festival, dispuesto a enriquecer la literatura para guitarra y orquesta con creaciones encomendadas a algunos de los grandes compositores contemporáneos. Con Temes al frente no resultó extraña la presencia de obras como el Concerto grosso (Homenaje a J. S. Bach) de Jesús Bal y Gay, "la voz gallega de la Generación del 27", en palabras del director madrileño, y Rimas infantiles de María Rodrigo, dos compositores del exilio a cuya recuperación ha contribuido decisivamente el que fuera ganador del Premio Nacional de la Música en 2008. Especialmente grato resultó para el público el encuentro con la deliciosa obra de Rodrigo (1888-1967), una adaptación orquestal de canciones populares infantiles que puso el broche a una segunda parte que se inició con la Fantasía para un gentilhombre de Joaquín Rodrigo (y el recuerdo, claro, de Andrés Segovia) e incluyó también dos regalos de Sáinz-Villegas antes de su despedida.
En los últimos meses, Tomás Marco ha compuesto dos obras para esta ciudad: Mezquita Catedral, estrenada recientemente por la Orquesta, y el Concierto de Córdoba, concebido, según sus palabras, para "una formación no muy grande en la que se insertan determinados elementos melódicos de media voz". El primer movimiento es el fluvial (y como todos, gongorino) Excelsos muros, torres coronadas, que sobre un paisaje musical de reconocibles palpitaciones andaluzas desarrolla un contrastado diálogo entre la guitarra y la orquesta: "meandros rítmicos y melódicos" que dan paso a la Cadenza 1, en la que una guitarra galopante y soleada se queda sola, volcada sobre sí misma, dolientemente expresiva, tenazmente reflexiva, metáfora de la ciudad acostada en los pliegues de la Historia, la ciudad enfrentada a su pasado, la guitarra al eco de la orquesta que de alguna manera la enaltece y de otra la confunde. Tanto por plumas como por espadas es un tramo de épica melancólica y densidad crepuscular, con una itinerancia lírica que se resuelve en la Cadenza II, donde se retoman materiales en un singular enroque retórico. El último movimiento, Nunca merezcan mis ausente ojos, transmite otro dinamismo, una seguridad renovada de la ciudad en su grandeza y de la música en su capacidad para conectar con las regiones absolutas del misterio. Córdoba y la música, dialogantes y singularmente unidas en las escalas de la noche y en los distritos insondables de la Historia.
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