Crítica de Música

Al otro lado del Atlántico

Un momento del concierto de Berta Rojas

Un momento del concierto de Berta Rojas / Juan Ayala

Como cada día al caer la tarde, el Teatro Góngora cierra sus puertas para abrir el telón a una nueva experiencia musical. Es noche de miércoles y es el turno de la guitarra clásica de Berta Rojas, no entendida como conjunto de seis cuerdas que permiten virtuosísticas combinaciones sino como un recurso para cantar, expresar y mostrar el alma del instrumento y su intérprete. Berta Rojas relata así, pieza por pieza, un mensaje musical bien claro basado en melodías y aires latinoamericanos que entremezclan en sus dedos los orígenes y sentimiento cultural por su patria.

La apertura con la Suite en la menor del mexicano Ponce permite jugar entre el barroco y los toques impresionistas, tratando con soltura cada uno de los movimientos en cuanto a fluidez musical, fraseo razonado y aplicaciones estilísticas propias del autor y la época.

Tras este inicio, Berta explica el significado de la Suite americana de Lindsey Clark, donde priman una primera y segunda parte muy rítmicas (percusiones sobre la caja incluidas), para relajar el tercer tiempo y cerrar con un finale lleno de articulación, cambios de velocidad y dinámicas crecientes.

Baden Powell, Gonzaga y Teixeira se apoderan del son latino en la segunda parte, siendo llevados con estilo por Rojas a través de melodías cantabile destacadas suavemente sobre un colchón armónico sutil.

Y como final estrella, el gran hito musical paraguayo es sonorizado en manos de la artista. Agustín Barrios Mangoré es para Berta Rojas la materialización en música de su amor por el instrumento, y así lo demuestra en el gran control que aporta sobre cada una de las piezas de este bloque, cuidadosamente escogidas y organizadas en orden de densidad musical y dificultad. Finaliza su recital con La Catedral, haciendo resonar ecos y voces místicas que desembocan en un último movimiento de constantes semicorcheas, donde Berta Rojas concluye con su maestra unión de técnica y música a través de un sonido de enorme calidad.

Una sala por desgracia no completa en aforo sabe agradecer a la guitarrista su habilidad y expresividad, y tras múltiples aplausos regala tres bises que continúan con la línea de Barrios, y que Rojas interpreta exultante como una muestra más de sus raíces y su propia voz, que en la noche de miércoles habla a través de la guitarra.

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