Cultura

En la hora del crimen y la derrota

  • Berna González Harbour y Carlos Zanón, representantes del género negro español, comparten ideas e inquietudes con miembros de los clubes de lectura de la Red Municipal de Bibliotecas

La segunda jornada de la Feria fue de sol, niños y negrura, de buen ambiente en el bulevar y libreros satisfechos. Se habló de casas encantadas, de los brigadistas internacionales, de los Patios de Córdoba y hasta de Juan Palomo. Los libreros podrían estar aún más satisfechos si repararan en la conveniencia de tener en sus casetas los libros de los autores invitados. Sol amable, niños lúdicos (alguno se perdió) y la negrura como protagonista del acto de mayor voltaje literario del día, el encuentro de Berna González Harbour y Carlos Zanón con miembros de los clubes de lectura de la Red Municipal de Bibliotecas.

En el que se dijeron cosas como que "leemos para entender la derrota" porque "todos somos perdedores", observaciones que el barcelonés compartió con sus compañeras de mesa (junto a la escritora, la presentadora, Ángela Baeza Mata, del club de lectura de novela negra) y los asistentes. Todos tenemos un componente "autodestructivo", señaló el autor de Yo fui Johnny Thunders, que considera que la literatura ayuda a "entender estos mecanismos" y que, por otra parte, "es el territorio en el que podemos hacer justicia". Un pensamiento del que también participa González Harbour, cuya labor literaria se ve favorecida muy notablemente por su mirada y su experiencia de periodista. Margen de error, que tiene como base un hecho real (la cadena de suicidios en una multinacional en Francia), es el segundo caso de la comisaria María Ruiz tras Verano en rojo.

Los "delitos que nos rodean" y el "abuso de poder" componen la materia prioritaria de la santanderina a la hora de tejer sus ficciones, que parten de "un esquema muy básico". "Escribir te hace vivir en una realidad borrosa", apuntó, citando a John Banville. Una realidad interferida permanentemente por los caprichosos desvíos del creador, siempre atento a elementos que puedan estimularle.

La escritora pone su foco sobre los poderosos que quieren "mantener sus privilegios" a toda costa, aunque eso les cueste a otras personas "la vida o la salud". Y es que estamos "en una era de codicia, y en parte la crisis viene motivada por eso".

"El periodismo pasa pero las novelas se quedan", anotó Zanón, autor también de Nadie ama a un hombre bueno,Tarde, mal y nunca y No llames a casa y cuyo protagonista en Yo fui Johnny Thunders regresa al lugar donde vivió las primeras cosas y del que se marchó persiguiendo un sueño. Hay un momento en que "el periodismo ya no puede ir más allá, mientras que la literatura llega a la verdad oculta a través de la ficción". Y en novela uno de los géneros que mayores capacidades exploratorias ofrece es el negro/policiaco. Tanto Zanón como González Harbour (autores ambos de RBA) huyen de esquematismos clasificatorios y reivindican la libertad de un género por otra parte muy dado a sufrir dardos catalogadores. "Las clasificaciones están para divertirse; no me siento reconocida en ninguna", advirtió la escritora y subdirectora de El País, de la que se ha dicho que participa de una tendencia o movimiento denominado "femicrimen".

Periodismo, crimen, derrota, bajos fondos, los males de una época. De todo ello se habló en un encuentro en el que Zanón, también poeta, confesó su gusto por "la intensidad" y "la imagen" frente a la construcción de la trama y González Harbour, para quien escribir es "vivir otras vidas", avanzó que continuará contando los casos de la comisaria Ruiz y el periodista Luna.

Como lectora de novela negra, a la escritora le "tocó el corazón" Andrea Camilleri, si bien "en el terreno más racional, de construcción", se queda con la gran tradición norteamericana de Raymond Chandler y otros. La suma de entretenimiento y retrato social, y el hecho de que "sirve para pintar realidades", es lo que más le atrae del género. Zanón también pasó "de jovencillo" más de una tarde con los maestros americanos, "ritmo, agilidad, diálogos", luego derivó con algo de fervor en Patricia Highsmith y se reconoce "un poco en esta herencia". "Me gusta porque es una manera de hablar del aquí y el ahora. Me gusta que haya pocas reglas, que sea un género muy libre", añadió.

Libre, elástico, versátil. "Aquí estamos dos ejemplos", apuntó González Harbour, "las novelas de Carlos son más de personajes y las mías de trama".

Y el futuro. "Mientras haya bolígrafos y gente con ganas de escribir e imaginación seguirá habiendo literatura y lectores, otra cosa es la industria... Pero la creación no está en riesgo", reflexionó la autora de Margen de error, para quien "es una felicidad escribir, publicar y luego encontrarse con los lectores". "Yo escribo para conocerme, para saber cosas de mí y de mi entorno: es un juego divertido y a veces doloroso", declaró Zanón.

Pero hubo más libros protagonistas en la jornada, entre ellos Las cartas del batallón británico de Nacho Blanes, Adrián Sánchez Castillo y Paul Quinn, un estudio "humanizador" y "desmitificador" de las Brigadas Internacionales, según Blanes, que explicó que "aquí no vinieron Espartacos sino personas normales con sus virtudes y sus defectos". La obra ha sido publicada por Libros de la Catarata.

Francisco Solano Márquez, con Córdoba es patio (El Páramo); Javier Sánchez Menéndez, con Por complacer a mis superiores (En Huida); José Manuel Morales, con Guía secreta de las casas encantadas (Almuzara), y Francisco de Paz Tante, con Los versos de Arabí (El Páramo), estuvieron, entre otros, en la caseta de firmas, y los más pequeños disfrutaron de diversas propuestas, entre ellas el espectáculo de teatro-circo callejero Juan Palomo ya está aquí, de la compañía Barré, y la obra Julia, un viaje teatrástico de Teatro Clásico de Sevilla en el Teatro Góngora.

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