Cultura

Un crimen en una ciudad del Sur

  • Rafael Mir Jordano recrea en su nueva novela, 'Arma de doble filo', cómo era el ejercicio de la abogacía hace 50 años

Recrear con fidelidad los entresijos del mundo de la abogacía hace medio siglo en una ciudad del Sur y construir con ellos una novela no es una tarea fácil si no se reúnen dos cualidades: ser abogado y contar con una amplia experiencia como escritor. Ambas facetas las combina Rafael Mir Jordano en Arma de doble filo (Editorial Reus, 2012), una obra en la que, además, se plasman las costumbres y los usos sociales de un momento muy concreto en la historia de España, como son las décadas centrales del siglo XX.

Esta novela carece de protagonista definido, y es una masa coral la que desfila a lo largo de la misma, con sus grandezas y miserias, para dar forma a una trama que gira en torno a un delito cometido por un joven aristócrata. Las tertulias de los letrados en su bar de cabecera y el detallismo con el que se describen las vistas en un decimonónico y grandilocuente Palacio de Justicia ponen en pie el día a día de los abogados de provincias, donde el desempeño casi artesano de la profesión se ve sobresaltado con la irrupción de las nuevas tecnologías -el contestador automático, por ejemplo- que llenan de escepticismo a los involucionistas.

Los distintos abogados que forman la urdimbre de esta novela no sólo son coprotagonistas de la misma, sino que también componen un friso en el que se pueden ver las distintas formas que tiene cada uno de ellos de entender, y ejercer, la abogacía. El compañerismo y la rivalidad, la escrupulosidad y el riesgo, son factores que se combinan en ellos para componer la realidad poliédrica de la profesión. Pero no todo son letrados en esta obra, ya que por la misma aparecen también empresarios, aristócratas y profesionales liberales que enriquecen la visión que se ofrece del escenario en que transcurre la acción.

El estilo de Arma de doble filo es deudor de Rafael Mir. Su dedicación a los relatos y a los microrrelatos condensa la trama en casi medio centenar de escenas, que se corresponden con otros tantos capítulos, en los que sintetiza la acción y la despoja de todo aditamento innecesario. Esto hace que la escritura sea fluida y directa y que cada párrafo sea una pieza imprescindible del puzle que se va componiendo.

Además, Mir aprovecha este libro para intercalar en sus páginas otra de sus pasiones junto a la literatura y el Derecho, la cinegética. Los distintos episodios en que aparece la caza de la perdiz con reclamo y la teoría sobre el abatimiento de reses mayores se convierten en descripciones llenas de precisión y colorido que recuerdan otras obras del autor sobre esta materia, como Caza mayor en España. Y más lejos (Al-Andalus, 2003) o la novela Furtivos (Almuzara, 2006).

La novela está publicada por una prestigiosa editorial jurídica que tiene una colección específica para la prosa y los versos de los juristas. Esto hace que Arma de doble filo tenga una difusión por toda España, pues cualquier lector se puede sumergir en la misma con facilidad. Si, además, este lector es de Córdoba contará con un atractivo añadido, pues le será fácilmente identificable esa ciudad del Sur en que está ambientada. La presencia cercana del río, la descripción de la Audiencia, el casino ubicado en el viejo convento desamortizado y otros elementos hacen que la acción transcurra por escenarios muy conocidos aunque la toponimia no corresponda con la real.

Igual sucede con los personajes. Rafael Mir insiste en que tras ellos no se esconde ninguno real y es verdad en todos los casos, salvo en uno, cuya descripción y hechos sí son fidedignos. En el resto, sin olvidar que se trata de una obra de ficción, sí se encuentran destellos y gestos que nos pueden recordar a determinadas personas. Pero esto forma parte de un juego que no es fundamental para disfrutar de una novela que nos demuestra que ayer, al igual que hoy, un suceso macabro se puede convertir en el tema de conversación de toda una ciudad.

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