BalanceCrítica de Flamencoa

El baile que fue y el que se impone

El bailaor, y sobre todo bailarín, sevillano Antonio Canales fue otro de los más reconocidos artistas de la luenga Noche Blanca que nos atrajo, a pesar de no conseguir llegar a tiempo y perder parte de su recital Soleado; no el de la invitada cordobesa, teniendo en consideración tantas otras comparecencias prestigiadas. Una singular proyección poco divulgada en los escenarios de estos pagos, no obstante, manteniendo el prestigio conseguido.

Pero, Canales, excusas aparte, insistiendo en que sus éxitos no han pasado desapercibidos para nuestros paisanos, en la actualidad no es ni sombra. El prestigio consolidado por logros estelares de su época cosmopolita no mantiene el caché, como presenciamos la madrugada pasada desde los tangos de su primera intervención -transmitida por quienes no se perdieron nada y que, una vez allí, nos confirmaron la impresión que después presenciamos-.

Se reiteró con el resto de sus intervenciones por seguiriyas y bulerías, y de nuevo tras la intervención de los suyos por Huelva y tangos, saliendo con soleá y junto a su invitada a despedirse en un breve fin de fiesta por tangos, que le permitió recibir una festejada ovación del amable y respetuoso público que asistió.

En cuanto a la singular y acertada elección de Carmen La Talegona, cómo no valorarla recordando su anterior presencia aquí entre su gente, en el Festival de los Patios de hace tres años. Una impactante bailaora que extrañamos al no frecuentarnos más. Acometió primero una emblemática exhibición de cantiñas, elegantemente ataviada con bata de cola y mantón, despojándose de ello para, sin solución de continuidad, hacerlo por bulerías, con bonito vestido largo de volantes añil. Y, en el fin de fiesta con el maestro, de alegre blusa de coloridas flores y falda negra larga con vuelo.

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