Las artes plásticas se mezclan con el flamenco

Las galerías de arte de la ciudad se sumaron a la fiesta del flamenco con exposiciones especiales que fueron visitadas durante toda la madrugada. La pluralidad de propuestas respondió no sólo a la propia personalidad de cada una de las galerías sino también a la variedad de enfoques con que puede ser abordada artísticamente una manifestación cultural tan sugerente y rica en matices como el flamenco.

Así, Verónica Ruth exaltó la figura de La Niña de los Peines en la performance Disfrazando el arte, que tuvo como primera sede la sala TulaPrints y posteriormente visitó varios lugares de la ciudad. La galería Carlos Bermúdez reconoció el estrecho vínculo que el pintor Antonio Povedano ha mantenido con el flamenco a lo largo de su vida con una proyección. La galería Solimán abrió sus puertas al artista Agustín Israel Barrera, que mostró obras pictóricas y vídeos en Al son del color se mueven las luces. Maravia acogió las fotografías sobre flamenco de Toni Blanco y la sala Capitulares una coletiva del colectivo Afoco. El videoarte tuvo también su espacio en la Ermita de la Aurora con proyecciones de obras de Miguel Melgares, el grupo Niños Prodigio, Alonso Gil y Hans Diemel.

Pero el arte también salió a la calle. El coordinador del programa artístico de la Noche Blanca, Miguel Ángel Moreno Carretero, expuso en el Paseo de la Victoria una flecha de 40 metros confeccionada con farolillos de feria encendidos (intervención titulada El arte duele) y la diseñadora Juana Martín estuvo presente por partida doble: con una videoanimación sobre sus diseños ornamentales en una pantalla colgada del andamio de la Torre de la Calahorra y con un pase de modelos en el Puente Romano.

La Caseta de la Victora fue escenario de un proyecto de flamenco y escenografía contemporánea dirigido por el bailaor Curro Sendra y en el que participaron, junto a él, el pianista Juan Antonio Sánchez, el saxofonista Cristóbal Agramonte, el percusionista Miguel Santiago y, a las palmas, Antoñele y Rubén.