La calle Marroquíes

Un apellido y el equívoco con los vecinos del sur

  • Los residentes de la zona han mantenido la devoción a un Ecce Homo que fue mandado retirar de su altar en 1841

Aunque su simple enunciación pueda aparentar que su rotulación obedece a un homenaje a los habitantes del país magrebí, esto no es así. Hay que remontarse a Ramírez de Arellano para conocer que responde al apellido de una familia que vivió en la misma y a la que perteneció un miembro, Juan Francisco Marroquí, que adquirió en su momento cierta fama como genealogista.

La calle Marroquíes va desde Mayor de Santa Marina hasta Adarve, en pleno corazón del barrio conocido por dos gremios que fueron fundamentales en tiempos pasados: los toreros y los piconeros. Los primeros, por la cercanía del matadero viejo, en las inmediaciones de la torre de la Malmuerta y, los segundos, por la proximidad de los caminos que iban a la sierra donde abundaba la materia prima para la fabricación del modesto combustible.

Marroquíes aún conserva parte de su espíritu tradicional. Bandera del mismo es el popular patio que casi todos los años obtiene un premio importante en el concurso que convoca el Ayuntamiento en el mes de mayo. Las casas bajas, de vecinos, eran una constante junto al muro que delimitaba el jardín de la incomprensiblemente desaparecida casa de los condes de Priego, cuya fachada principal daba a la plaza de Santa Marina. Esta zona se convirtió a comienzos de la década de los ochenta en un conglomerado de viviendas adosadas.

La calle Marroquíes, por sus dimensiones y por su situación, mantiene una privilegiada ausencia de tráfico, sólo restringido a los residentes. Un elemento singular de esta calle es el retablo callejero situado en Adarve, pero que se contempla desde Marroquíes. En los Paseos por Córdoba, explica Ramírez de Arellano que hasta 1841 hubo un cuadro con un Ecce Homo. Pese a la orden gubernativa de retirada de estos altares urbanos, la religiosidad popular mantuvo este ejemplo, hasta el punto de que cuando se restauró la muralla se repuso con un nuevo lienzo ante el que no faltan las velas.

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