XI Festival Flamenco de Córdoba | Crítica

La afición por el flamenco que no cesa

La cantaora Rocío Luna con Chaparro Hijo a la guitarra.

La cantaora Rocío Luna con Chaparro Hijo a la guitarra. / Juan Ayala

El tradicional encuentro flamenco anual con los amigos del Rincón del Cante, imprimiendo su aportación anual al Festival de los Patios de Córdoba, transcurrió el pasado sábado en la Corredera ajustándose esa noche con otros encuentros flamencos que estaban programados casi a la vez.

Esto supuso no demorar mucho nuestra presencia en el anterior para corresponder con la puntual programación y la siempre satisfacción que año tras año nos depara. Sabroso, una vez más, con el cartel que estuvo anunciado para corresponder a la afición.

Y es que tener un invitado del caché del cantaor Duquende fortalecerá cualquier convocatoria que se precie. Lo que a la sazón se produjo por los indiscutibles recursos que atesora en su voz y conocimientos inveterados, transmitiendo inspiración sostenida de recursos naturales y con justa técnica para no dejar dudas de la profesionalidad esperada en el gitano catalán.

Todo ello, escoltado por un tocaor que no le va a la zaga y con el repertorio barajado para exhibir con brillantez sus cantes por taranto con remate de bulerías, soleá de Jerez, seguiriya de El Torre, tangos, bulerías de Camarón, Lo bueno y lo malo, manteniendo la línea que luce en los foros más relumbrantes del ancho horizonte donde el flamenco es admirado.

Fue el broche del cante, que abrió la noche con Rocío Luna dejando su tarjeta de visita por soleá, tangos, cantiñas cordobesas y fandangos personales, atendida al toque por Chaparro Hijo, aparte de sus mimbres flamencos por su prometedora juventud, el predicamento en su lugar de procedencia con toda la colonia carloteña que la apoya y foros bastantes más alejados que la comparten, poniendo el acento en los prolíficos ecos que nos llegan para animar a estar atentos de por dónde va a pasar cantando, caso del pasado viernes, para permitirnos opinar sobre la fama que la precede respondiendo con precisión.

Y como la noche prometía, prosiguió con la joven cantaora de Jaén Ángeles Toledano y José Tomás tocando, apuntando que su repertorio es amplio y que esta flamenca tiene recursos canoros para dimensionar la demanda que abarcan muchas actuaciones por el ancho mapa donde ya es reclamada, incluida en elencos de relumbre, caso del prestigioso guitarrista cordobés Paco Peña.

Comenzó su participación cantando cantiñas gaditanas tras las que recurrió a tangos de Triana, extremeños y de graná, soleá de Cádiz y bulerías para finalizar, confirmando que tiene poder y arte para que el auditorio le premiase su intervención, confiando que la podamos recibir en nuestra ciudad en más ocasiones.

Otro joven talento de los presentes en el escenario de la Corredera fue el bailaor Manuel Jiménez que, como ya sabíamos –recordamos el alboroto en las mismas tablas y lugar el pasado año–, aportó para que ello sea ya una constante.

Y que su intervención con una dilatada soleá, impusiese el difícil silencio de un espectáculo en la calle, porque este cordobés se proyecta con firmeza en el globalizado atlas del flamenco que se precie, gracias a un afanado aprendizaje que no cesa en su celo de pertrecharse de conocimientos técnicos que le permiten incorporar a su baile el necesario duende y la emoción que exhibirá su masculina figura, con espectaculares giros en vueltas de 360 grados con una verticalidad de vértigo tras cuantos pasos, mudanzas y movimientos que sigan logren el genio que le desborda.

El colofón de la velada llegó con el respetable en ascua viva, con el fragor de clausura que llegaría con el fin de fiesta y todos los artistas en el escenario.

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