Cultura

Terrazas cosmopolitas

Fecha: domingo 5 de julio. Lugar: Gran Teatro.

En un atardecer en la ciudad de Beirut se intuye el horizonte de su ambiente multicultural y cosmopolita, manido por los viajeros, pero real como la maldición que lo destruye cada vez que se levanta tras una explosión. Ese caldo de cultivo es el que ha propiciado una y otra vez que esta tierra audaz y hospitalaria sea jaleada a base de excelentes piropos y que preñe al viajero con los mejores recuerdos, concebidos sobre todo en los periodos de paz. Lástima que el Líbano sea tan codiciado por los misiles. Rabih Abou-Khalil vino al Festival de la Guitarra con su carácter abierto y expresivo, con sus dotes de anfitrión educado y culto, heredero de ese perfil libanés, abrazado de por vida al oud o laúd de caña corta, medio sugerente que ha escogido para expresar sus inquietudes sonoras. Los recuerdos de aquella tierra siguen frescos en su memoria, enfrentados a las bombas que le obligaron a huir a otro mundo, a este, abriéndose ante él nuevas puertas musicales que ahora muestra en forma de mescolanzas, atrevimientos y aventuras que en el Gran Teatro sedujeron en toda su plenitud.

Mientras que muchos instrumentistas árabes se limitan a imitar las técnicas de la voz humana, Abou-Khalil no se conforma con ese tipo de repertorio y deja rienda suelta a un despliegue que va más allá y se adentra en una constante exploración de cómo técnicas occidentales permiten reinterpretar la música árabe, sin que ello suponga afrenta sino valor añadido. Es encomiable su esfuerzo por mostrar nuevas aristas y sugerentes relieves, formas adicionales para una obra tan personal como alejada de los clichés que hoy día atenazan con demasiada asiduidad el hermanamiento sonoro entre culturas. El músico aparece como árbitro generoso que reparte juego evitando tópicos, rendido más a lo desconocido que a la recreación de lo previsible, sin afán de protagonismo, sujeto ahora a lazos mediterráneos y atlánticos que se inmiscuyen en sus piezas y las enebran en un collar multicolor, mientras que instrumentos yuxtapuestos se veneran mutuamente.

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