Javier Latorre, 50 años en danza | Crítica

Ya figuras, de nuevo junto al maestro

Un momento de la intervención del Ballet Flamenco de Andalucía.

Un momento de la intervención del Ballet Flamenco de Andalucía. / Juan Ayala

Como estaba anunciado, inició su andadura el XXII Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba, correspondiendo a la trianual edición que lo distingue. Y tras algunos días de sesiones de selección, el pasado sábado se presentó uno de los espectáculos paralelos programados para la ocasión, estrenando Javier Latorre. 50 años en danza.

Un merecido homenaje al bailarín y bailaor valenciano, cordobés de adopción, por su larga trayectoria profesional -también como docente- en cuantas ocasiones tiene oportunidad de compartir su talento, saliendo a escena para satisfacción de tantos admiradores que no olvidamos aquel Concurso Nacional de 1989 que, con el Premio Especial Antonio (única ocasión en ser otorgado), Premio La Macarrona y Paco Laberinto, fue el triunfador absoluto satisfaciendo a los presentes entonces en el Gran Teatro.

Además hay que recordar que, entre otros, cuenta con el Premio Nacional de Danza 2011 y la admiración de muchos seguidores y discípulos que desde hace tiempo están atentos de por dónde van sus pasos.

De ahí que Javier Latorre, para la ocasión, comprobara cuántos del gremio flamenco se pusieron a su disposición para el espectáculo que, dedicado a beneficio de la Fundación Arco Iris, en el bello foro del Gran Capitán acogió el acontecimiento, con el espléndido y masivo elenco de compañeros que dispuso sumarse al homenajeado en noche tan relumbrante. Todo un plantel que puso en suerte palos flamencos donde reafirmaron unas y otros la alta talla profesional que atesoran y que reflejan pisando las tablas.

Esto se plasmó en notas y plástica de lujosos bailes, toques y cantes que conformaron la honorífica gala de un Latorre pletórico ante la entrega de todos los participantes y la suya a mitad del acto, con Farruca. Faro del viejo mundo, y música de Alfonso Aroca.

Así Eva Yerbabuena destacó con su vestido negro y bata de cola por soleá de La Serneta y de Triana, con despampanantes bulerías. Mineras, taranto, tangos, seguiriyas, tandas de tonás, fandangos de Alosno, cantiñas gaditanas, muchas bulerías y cuantos otros palos y danzas se pusieron en valor con la rueda de cabales, protagonizando el largo fin de fiesta.

Pero antes, fue el comienzo con el Ballet Flamenco de Andalucía y una muestra de Cosas de payos con granínas, coordinado por Úrsula López. Chacona, Trencadis y Zapateado de Sarasate del Ballet Nacional de España, con los solistas Miriam Mendoza y Francisco Velasco en una brillante coreografía.

Y, con semejante encuentro y con todo el plantel de figuras de alto standing, redondearon el homenaje para dejar la impronta de tan multitudinaria presencia ante el gran bailarín, coreógrafo y maestro, abundado con la fidelidad incondicional del público aficionado y muchos profesionales ya cualificados, solidarizados con su presencia, como algunos aspirantes de los afanados por conseguir en los próximos días alguno de los importantes premios ofertados en el celebrado certamen.

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