Crítica de Flamenco

'Enlorquecidos' él, el aforo y hasta los pinos de afuera

Miguel Poveda, durante su actuación en el Teatro de la Axerquía.

Miguel Poveda, durante su actuación en el Teatro de la Axerquía. / jordi vidal

Burla burlando, el público lo aguardaba desde una hora antes, jaleándole aún sin abrir la boca, transcurridos cuatro años del último encuentro con Miguel Poveda en el Festival de la Guitarra de entonces y en el Teatro Axerquía, como el pasado sábado en Córdoba presentando Enlorquecido. Reciente trabajo a propósito de la admiración que el poeta granadino García Lorca, ejerció en él. Espectáculo concebido tras la concienzuda selección de poemas que le predispuso a componer música para cada uno de ellos y la correspondiente grabación de un disco. Logro convincente, con la estrecha colaboración, siempre cercana, de Joan Albert Amargós que a ambos músicos facultó para proceder hasta culminar exitosos registros.

Lo exhibido en la ciudad califal, junto a la excelente nómina de músicos que en el disco y escenarios cooperan, exponiendo un escogido repertorio que el cantaor catalán bordó, para no ser menos de lo que acostumbra a repetir ante su público. Una fiesta de sentimientos y emociones que en Poveda nunca faltan, tras la cumplida exposición de muchos de los temas del álbum estrenado: No me encontraron, Oda a Walt Whitman, El Silencio, Son de negros en Cuba, entre otros que contiene el álbum que da origen a estos recitales. Cierto que alternándolos la pasada noche con la copla de nuestro folklore. Dando paso, en la mitad de las casi tres horas en movimiento al, esperado con agrado por el respetable, ramillete de palos flamencos, con taranta de La Unión, tanda de tangos de Triana, guajira de Niño Marchena, cantiñas de Córdoba, gaditanas y de Pinini rematadas con bulerías de Papera y La Perla.

Y como entre el público estaba El Pele, Miguel denotó con noble admiración su maestría cantaora, proponiéndole subir a escena, respondiendo el cordobés cantando por seguiriya y por bulerías del Pintor de la plaza del Potro. Uniéndose con los suyos en una proyección de fin de fiesta, incluyendo a todos dándose sus pataítas y vuelta. Prosiguiendo el de Barcelona y su gente, con La Leyenda del tiempo, un homenaje a la flamenca familia León, de Écija, que estaban en el auditorio, llamando a uno de ellos que se unió en una exposición de la composición de Vicente Amigo A Paco de Lucía. Para finalmente acordarse de Adela la Chaqueta, en su bulería Voy a perder la cabeza por tu amor, para despedirse.

Así, con un sentido y profundo homenaje al inmortal granadino Federico García, tomó carta de naturaleza el denodado esfuerzo que, sin prisas ni descansos, durante años empeñó a Miguel Poveda, comprometido con el versátil granadino, autor de obras de elocuente humanidad, dramáticas, y tan vitales. Una singular proyección del brillante artista, enlorquecido durante los años empleados en documentarse empíricamente. Una experiencia que ha dado a luz el espectáculo, transmitiendo con los duendes que siempre le acompañan, en el Teatro Axerquía, con la contagiable pasión que al aforo hizo apercibirse, como a todo lo de aquel entorno, con el inequívoco acuse de recibo del auditorio, denotados por los siempre oportunos y difíciles oles, repetidos hasta quedar roncos, con aplausos y ovaciones para todos.

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