Cruce entre Oriente y Occidente

Chambao reunió en la avenida de la República Argentina a una masa de seguidores que al grito de "¡Lamari, Lamari!" dio la bienvenida, pasadas las 23:30, a uno de los recitales más concurridos de La Noche Blanca del Flamenco. Un enorme escenario se alzaba a la altura del Centro de Educación Vial en dirección hacia la glorieta de la Media Luna, hasta donde llegaba el público.

Las calles Miguel Benzo y el Paseo de la Victoria se convirtieron antes, durante y después del concierto en un hervidero de gente que seguía las melodías de Chambao como si del mismo flautista de Hamelín se tratase. Jóvenes, familias con niños, carritos con bebés y abuelitos se arremolinaban en una de las grandes arterias de comunicación de la ciudad, que se quedó pequeña.

Hasta Lamari pidió disculpas por si el público se encontraba un poco apretado: "pero lo importante es que lo pasemos bien... y ¡a disfrutar!", animaba con su voz aniñada.

El asfalto, que emanaba calor debido las últimas y justicieras jornadas de sol, propiciaba que los espectadores se sirviesen del programa de mano del festival para abanicarse, si bien las más precavidas habían incluido abanico propio en el bolso.

La primera parte del concierto fue más suave (Caminando por la calle o Caprichos de colores), aunque el ritmo se fue adueñando poco a poco de las canciones, que resultaron ser menos bailables de lo esperado; eso sí, muy ricas en matices de Oriente y Occidente y con mensajes contundentes. Estas melodías, perfectamente empastadas en la música de Chambao, y especialmente en este último disco, Con otro aire, mezclan a la perfección la guitarra flamenca, con el laúd, el sad, la dahora o el riq, un instrumento de percusión oriental.

La gira de Con otro aire comenzó el pasado mes de febrero, y además de multitud de ciudades españolas, ya ha recorrido escenarios internacionales como los de Bristol, Londres, Estambul, Buenos Aires, Puerto Rico o Miami.