Bienaventuranzas de Segundo Gutiérrez
un creador en el recuerdo Una vida entre el arte y la fe
Ejemplo de artista humanista, el escultor recientemente fallecido consolidó un estilo propio pleno de expresividad y plenitud · Realizó más de 10.000 esculturas


En el presente mes se le preparan en Córdoba, segunda gran patria de Segundo Gutiérrez, homenajes memorables. El pasado día 3 de agosto, en Granada -la tierra de altas cumbres plateadas-, en el recato y el silencio que le eran propios, nos dejó el artista misionero de altas sienes plateadas, Segundo de Dios…; pero no han dejado el planeta sus expresivas e inefables esculturas, sus Bienaventuranzas.
Segundo, cuya humilde y rústica cuna de álamo blanco labrara con insuperable cariño su padre, Deogracias Gutiérrez -afamado carpintero de la comarca de Benavente (Zamora)-, vio la luz por primera vez en 1932, a través de las frondosas alamedas del Esla, en Bretó de la Ribera, modesto pueblecito de ciento y pico habitantes, pero muy entrañable y radiante.
Sus primeros juegos y travesuras de niño fueron con la azuela, la sierra, las gubias…, las herramientas del taller de carpintería de su padre. Ya de mayor, aún mantenía en sus manos algunas de las profundas cicatrices que ellas le causaron.
Su primerísima comunión la hizo con el pan y el vino de la fértil vega zamorana del río Esla: el tierno y rico pan que a diario amasaba y horneaba su espiritual y vitalista madre, Zósima Domínguez; y el recio vino de sangre de toro que con asiduidad traía su padre -también barrilero y tonelero- de las pequeñas pero prolíficas bodegas de la comarca.
Es decir, Segundo, desde muy niño, vivió en comunión diaria con la espiritualidad vital de la madre y la polifacética laboriosidad en la madera del padre. Acaso nunca se pueda decir mejor sobre la génesis de su vida y su obra que, de tales maderas, tales astillas.
Dada su congénita espiritualidad materna, se hizo misionero claretiano. El emblemático colegio de su congregación en Alto Hatillo (Caracas, Venezuela) será el centro desde el que irradie su labor misionera. Desde él se relacionará con otros grandes misioneros españoles en Latinoamérica…; con Pedro Casaldáliga, claretiano, muy vinculado a la Teología de la Liberación y defensor de los más desfavorecidos, en el país vecino de Brasil, le unirá una estrecha relación, identificación misionera, admiración recíproca. Casaldáliga elogió con énfasis las esculturas de Segundo, talladas en las maderas de las selvas tropicales, que les eran tan familiares a ambos.
A grandes hitos, Segundo, que había cursado estudios de Humanidades y Arte en Santa Cruz de Tenerife, Roma, Caracas, París y Córdoba, no podía quedar impasible ante los recios impulsos de artesano y artista que le corrían por las venas. Las últimas huellas del padre, "el mejor carpintero de Benavente" -que murió muy joven, a causa del reúma-, fueron las juveniles de ayudarle a labrar su propio ataúd. Acompañándole a Bretó para filmar su documental biográfico-antológico, me espeluznó la catarata de lágrimas que vertió en el diminuto y semiderruido cementerio donde yacía su progenitor Deogracias.
Enamorado de las preciosas maderas tropicales de las selvas venezolanas -en avión, en barco, bajo el brazo…-, se trajo a Córdoba, a San Pablo, donde creó un modesto taller, todas las que pudo. Entre Córdoba y Caracas, entre el viejo y el nuevo mundo, en un puente de inefables maderas, tendido a todos los continentes, crecía, crecía, crecía…, un singularísimo artista misionero.
Más de 10.000 esculturas, repartidas por todos los meridianos y paralelos del planeta, son los grandilocuentes púlpitos imperecederos de su trinidad espiritual y creadora: la Verdad, la Bondad, la Belleza.
Tras recibir autorizados reconocimientos y premios internacionales como escultor expresionista, en 1986, con motivo del XII Centenario de la Mezquita de Córdoba, Segundo tuvo una magna exposición conmemorativa en su Catedral. Para la significativa ocasión, talló para el Obispado un magnífico Báculo de los Apóstoles. Preciosa obra en madera de cedro que maravilló a historiadores, artistas y a cuantos la contemplaron (lástima que, acaso por no ser una joya de oro y plata, no se exponga en el tesoro catedralicio).
En 1992, con motivo de la Capitalidad Europea de la Cultura de Madrid, una magna exposición de sus obras más significativas conmemoró el importante evento. Segundo, en esta ocasión, ofreció a la Capitalidad su expresiva escultura Amor, Belleza, Trabajo y Ciencia, siendo, a su vez, distinguido por la Corporación Municipal con el pequeño Libro de Oro del Fuero Juzgo de Madrid.
Este mismo año fue nombrado Académico Correspondiente en la Real Academia de Córdoba, tras una poética y bella disertación sobre los artistas cordobeses Juan de Mena y Juan de Mesa. Segundo admiraba la magistral obra de nuestro imaginero, y en especial Las Angustias, de cuya centenaria hermandad, cobijada junto a su taller de San Pablo, era consiliario. El autor donó a la institución su simbólica escultura Atlante del Saber, en gratitud a su honorable reconocimiento, que pocos años después lo sería como académico numerario.
En 1993, por su extraordinaria exposición antológica -realizada en el Palacio de la Merced de la Diputación Provincial de Córdoba-, en conmemoración de la Proclamación Universal de los Derechos Humanos, Segundo Gutiérrez fue reconocido de manera especial como Cordobés Universal, pasando a figurar con tal distinción en los anales de la historia de la ciudad.
En años sucesivos, las obras de su gran exposición Por un nuevo humanismo, defensora y exaltadora de los valores y los derechos humanos, recorrerían diversos lugares de Andalucía, España, Europa y América, provocando emociones y reflexiones, sin precedentes en la historia del arte.
Sus grandilocuentes obras sobre el amor, la paz, la justicia, la solidaridad, la generosidad, las bienaventuranzas -entre otras muchas significaciones, religiosas, espirituales, mitológicas-, vendrían a ser universalmente reconocidas como "inefable buena nueva a través del arte de la escultura, insuperable y eficaz comunicación de espiritualidad misionera".
En 1995, las esculturas de la exposición itinerante de Segundo Gutiérrez sobre la Familia Universal fueron consideradas -por prestigiosos críticos y autorizados tratadistas- como "las obras de mayor expresividad y plenitud creativa del autor".
Segundo de Dios, dondequiera que haya ido, seguro seguirá con su azuela, su sierra, sus gubias…, tallando una nueva exposición. ¡Te recuerdo, buen amigo, hemos dejado pendiente un gran castillo en el aire, la exposición última para tu tierra de castillos, Castilla, Zamora…!
También te puede interesar
Lo último