Fantasías bárbaras para aplastar al dragón

Pablo J. Vayón

18 de marzo 2011 - 05:00

Graindelavoix. XXVIII Festival de Música Antigua de Sevilla (FeMÁS 2011). Graindelavoix. Director: Björn Schmelzer. Programa: 'El tiempo del dragón' (Misa Caput de Johannes Ockeghem). Lugar: Centro Cultural Santa Clara. Fecha: Jueves 17 de marzo. Aforo: Tres cuartos de entrada.

Björn Schmelzer es un provocador. O un agitador, como prefieran. Las tesis de interpretación orientalita del canto llano que Marcel Pérès lleva décadas desarrollando y difundiendo por el mundo, él las ha extendido un paso más allá, para aplicarlas incluso a la polifonía flamenca del siglo XV, que estaba a punto de eclosionar hasta convertirse en la gran referencia de la Europa musical del Renacimiento.

Pero en Graindelavoix, las referencias de la polifonía clásica se pierden. A pesar de que el grupo adoptó una posición clásica en semicírculo, obviando la mezcla de voces que se produce cuando todos cantan reunidos en torno a un único atril, las líneas no se distinguen con claridad, entre otras cosas, porque no es el objetivo del conjunto: Graindelavoix no busca ni la homogenidad ni el empaste de las voces, sino la heterogeneidad como una forma de belleza que se relaciona más con el impacto emocional que con la conquista del oyente a través de la transparencia, el equilibrio y la brillantez .

Utilizando recursos ornamentales y formas de emisión vinculados con el machicotage, una tradición heterodoxa del París medieval que si se conoce es en buena medida porque fue infinidad de veces condenada por ideólogos vinculados a la Iglesia Católica como una forma de mutilar el canto sacro con "fantasías bárbaras", Graindelavoix asoció la Misa Caput de Ockeghem con la tradición del aplastamiento del maligno en forma de dragón, aunque conservaron una pieza del rito del Mandatum (lavado de pies de los apóstoles), que fue como registraron la obra para su primer trabajo discográfico, que publicó el sello español Glossa.

La audacia interpretativa de Schmelzer y sus cantores provoca inquietud y expectación en el oyente, pero se va diluyendo a medida que avanza su actuación y los bordones, las disonancias y las extensiones melismáticas se van convirtiendo en rutina para el oído.

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