Noches de la Maestranza

La cita más flamenca de India Martínez

  • La cantante deslumbró con un brillo distintivo en el coso maestrante

  • Su gira 'Nuestro Mundo Tour' lleva el nombre de su último trabajo, que lanzó el año pasado

Concierto de India Martínez en las 'Noches de la Maestranza' / Antonio Pizarro

Solamente alguien como Taylor Swift comienza sus conciertos con una canción compleja, provocativa y desgarradora. Hay muchas razones por las que no se pueden realizar comparaciones entre ella e India Martínez, pero sí por la forma de comenzar lo que luego va a ser una fiesta rodeada de público, como anoche en la Maestranza. Casi en penumbra lo hizo, mientras iban sonando las notas de la introducción de Nuestro mundo, el nombre del disco, de la gira y de la canción con la que empieza la noche. Una canción que habla de una relación problemática, desequilibrada y, en última instancia, cicatrizante. A India se le notaba la emoción en la manera de cantarla, pero se sobrepuso y, adelantada al frente del escenario animó a una audiencia que no necesitaba ánimos; brazos alzados, palmadas, gritos. Y esa fue la tónica general de toda la velada, en la que hubo muchas cimas extraídas del arco completo de su carrera.

Nuestro Mundo Tour, la gira en la que India Martínez está presentando su último disco, editado el año pasado, tuvo anoche en Sevilla una parada, dentro del ciclo de las Noches de la Maestranza, que enfiló así su recta final. Además de la de inicio, pudimos escuchar muchas de las canciones del disco, 5 sentíos, comenzada con ella en la cama para terminar espectacularmente; Las burbujas del jacuzzi, Será por eso, A ti mujer, que quemaba en el deseo de animarlas a alzarse y hacerse oír: a ti, mujer, que te enseñaron bien a hacerte pequeñita, que calladita estás más guapa, totalmente actual; Si ella supiera, jubilosa y descarada; zigzagueando entre tramos de éxitos de alto octanaje de discos más antiguos: celebración con toques de deber. Además, esta actuación ambiciosa y enérgica, aunque a veces dispersa, subrayó el giro que emprendió India en los inicios de su carrera, haciéndola más flamenca de lo habitual en la gira, con más sorpresas e invitados, guardados en secreto hasta verlos aparecer en el escenario. El misterio se fue desvelando a medida que ella nos fue presentando al bailaó Sergio González y a los cantaores Arcángel y Antonio Romero. Y una sorpresa mayúscula fue cómo India rindió homenaje a María Jiménez a través de Se acabó.

Con el concierto apenas en fase de aceleración, interpretó toda una declaración de intenciones en Conmigo, porque termina con ella diciendo de forma muy dubitativa, casi anhelante: y aunque no lo parezca, me hace tanta falta. Ella habla ahí del miedo, pero realmente quien le hace tanta falta es el público; tanto como ella a la gente que la admiraba rendida desde el albero cubierto de césped artificial y desde las gradas enfrentadas al escenario. Continuó con Corazón hambriento mientras en la pantalla veíamos el enigmático hilo rojo que une vínculos afectivos más allá del tiempo y del espacio. Mientras se cambiaba de ropa su voz se quedó con nosotros en off recitando una de las Verdades a medias que figuran en su libro de poemas acompañada, esta sí en vivo, por la guitarra eléctrica de Sergio Freire, versátil músico sevillano al que cuando escuchas tocar sabes que algo vas a sentir. Para Convencerme volvió a tumbarse en la cama y después invitó a la gente a levantarse de los asientos para bailar con ella al son de Loco, la canción que tiene letra de Enrique Iglesias.

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IMG-20230915-WA0001 / Antonio Pizarro

La gitana comenzó con la guitarra, ahora flamenca, de Freire, para que India se uniese luego a él sentada sobre el cajón con el que marcaba el compás de lo que cantaba, en leal competencia con Rubén Vargas, encargado de las percusiones; con Fran Hurtado, el batería y con el público, que los acompañaba con palmas. En otro cambio de ropa nos dejó con las dos coristas, Manuela Fernández y Gema Carpio, abanicándole aires flamencos a Azulejos de lunares y a Vengo del moro, en la que ya se les unió India. Nos dijo que hacía mucho tiempo que no cantaba El aire y el baile, pero esta noche recuperó la canción para que la bailase a su lado Sergio González. Más tarde, Ángel también la interpretó sentada, al borde del escenario esta vez, terminándola con un quejío profundo. Uno de los momentos más espectaculares llegó con el coso convertido en un mar de luces mientras ella interpretaba Olvidé respirar, la canción que grabó con David Bisbal, que ocupó ese mismo escenario hace muy pocos días; la terminó de rodillas, entre Freire y Rafa Díaz, bajista de la banda y director musical, genuflexos también. Con Hoy nos acordamos de aquello que cantaba Carlos Cano: Cai es la Habana con más salero, porque India, seductora en sus movimientos al bailar con las tres parejas que le acompañaron, le puso duende a la canción de Gloria Estefan y los aires, si no de Cai, sí de Jerez, que está cerquita, lo pusieron los movimientos de brazos de Manuela y Gema, que para eso son de allí, protagonistas ahora en el baile más que en los coros con que arroparon tan bien a la protagonista durante toda la noche. Además de un músico nuevo, con una guitarra acústica, es preciso también hacer notar a otro componente de la banda que aún no he citado, Antonio Bejarano, el que aportaba los mayores toques de sensibilidad a la instrumentación con su piano. Magníficos fueron sus acordes al inicio del bis flamenco.

Los gatos no ladran la cantó despacito, al oído de cada uno de los presentes, para hacerles más dulce el inicio de la despedida, que nadie quería que llegase. Entre la cruz y la raya de la canción presentó al equipo que hace posible sus conciertos y leyó todas las pancartas de sus fans, que menudearon en las primeras filas. Y se fue. Pero volvió. Para presentarnos a dos artistas a los que quiere y admira, los mencionados Arcángel y Antonio Romero, que sentados cada uno a un lado de ella, rindieron a Sevilla, la ciudad que India me dijo hace unos días que le daba fuerzas para seguir conquistando el mundo, un homenaje colosal en intensidad y sentimiento. Lo comenzaron con una estrofa muy flamenca de Que también es de Sevilla, las sevillanas de Los Marismeños, y se volcaron los tres con A ti Sevilla, grandes, como aquella que solía cantarla; grandiosos, desmedidos, como era ella, Rocío Jurado. Ni Curro Romero en alguna de esas faenas que ya casi nadie recuerda, levantó aplausos de tanta gente puesta en pie.

Salió airosa de los momentos más íntimos y de los que necesitaban un gran poderío

Ya sobrepasábamos de largo los 90 minutos cuando llegó la canción de ese título y la fiesta explotó al final de Si ella supiera, con la participación al principio de dos niñas del público que, qué quieren que les diga, creo que la acompañaron mejor que el Melendi virtual de la pantalla de después y, sobre todo, con una interpretación de Vencer al amor para la que India se bajó del escenario y cantó paseando por toda la platea, entre el delirio de quien podía tocarla, de quien podía cantar un verso con ella. Pero la despedida que nadie quería terminó por llegar. Lo hizo con Aguasanta, que ya queda más como una amalgama de viejas ideas que como un presagio de una nueva dirección, que tendremos que esperar para ver cuál es a la salida de su próximo disco, en el que ya está trabajando, del que ya anuncia que la primera canción que conozcamos no tendrá nada que ver con lo que le hemos escuchado. Aún así, India Martínez nos dejó con la convicción de que habíamos presenciado a una estrella con un brillo distintivo, capaz de salir airosa tanto de los momentos en que fue necesario un gran poderío, como de los que requerían la máxima intimidad.

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