Actores con pasado

Si Raquel Welch se llamaba Raquel Tejada ¿había racismo en ese nombre artístico?

Raquel Welch, en su momento de más popularidad como sex-symbol del cine de Hollywood, a principios de los años 70

Raquel Welch, en su momento de más popularidad como sex-symbol del cine de Hollywood, a principios de los años 70

Hace un millón de años, es decir, hace medio siglo, en aquel Hollywood de los años 60, demasiado monolítico y políticamente correcto en conceptos y argumentos, los productores no hubieran aceptado que una estrella se llamara Luipita Nyong'o, tan racial. Tan auténtico pero poco anglosajón. Tampoco habrían aceptado que una actriz sex-symbol se llamara Jo Raquel Tejada, así que su nombre artístico era Raquel Welch, apellido tomado de su primer marido, con el que se casó con 19 años. Raquel simbolizaba el ideal erótico de una sociedad 'muy blanca' y de roles encajonados. Lo mestizo tenía sus connotaciones adversas.

La mujer más admirada, El Cuerpo, debía tener apellido de sonoridad yanqui. Y si había dudas, la tiñeron de rubia.

Raquel Welch en 'Hace un millón de años' Raquel Welch en 'Hace un millón de años'

Raquel Welch en 'Hace un millón de años'

Los apellidos rotundamente hispanos, lo que ahora diríamos, latinos, estaban prácticamente vedados en letras grandes en el cine estadounidense hasta tiempos recientes. El público local asociaba "lo hispano", lo chicano, a determinados arquetipos y la industria, así en general, prefería clichés convencionales y reglas marcadas. El racismo en el tuétano de la sociedad estadounidense lo segregaba todo. Lo latino, como lo afroamericano, tenía un sonrojante componente exótico.

Rita Hayworth se llamaba en realidad Margarita Cansino, de ascendencia sevillana, así que se optó por su irlandés apellido materno. De otra forma no hubiera sido el sex-symbol que fue 

Martin Sheen, presidente de El ala oeste de la Casa Blanca y que también encarnó al presidente Kennedy, es de los que lamentan de verdad que no pudiera ver en las carteleras su apellido de origen gallego, Estévez. Tal vez como Ramón Estévez no hubiera podido aspirar muchos de los papeles que interpretó y precisamente tuvo que inventarse eso de "Martin Sheen" para conseguir trabajos.

En los años 60 con su apellido paterno no lo contrataban y con ese nombre artístico todo le fue mejor, aceptando con resignada amargura renunciar a su triple nombre (Ramón Antonio Gerardo) y apellido españoles, para enfado añadido de su padre, inmigrante en Ohio de la localidad pontevedresa de Parderrubias y casado con una irlandesa.

Y hay que decirlo, de los cuatro hijos de Sheen al que mejor le fue tomó el apellido ficticio, Charlie Sheen, y su declive ha sido por su dispersa vida personal. 

Un apellido de sonoridad anglosajona, aunque fuera falso, abría puertas, por puro prejuicio. Los nombres de las estrellas eran mejor aceptados con apariencia estadounidense. Mejor aceptados allí y también aquí.

Raquel Tejada, de padre boliviano y criada en Chicago, fallecida este miércoles a los 82 años, le fue bien como símbolo erótico siguiendo unos cánones en los años 60 y 70 donde lo mestizo y lo 'foráneo' eran tomados a regañadientes. Hasta los años 90, y ya con 50 millones de estadounidenses con el español como lengua materna, no llegaría, por ejemplo, a copar los cines y las listas de éxitos musicales alguien que se llamara Jennifer López. 

 

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